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El canariómetro

Por Oscar M. Prieto , 1 octubre, 2015

Sábado de mañana, subo al monte con Eduardo. Después de los fastos del verano cuerpo y ánimo agradecen como bálsamo la calma reposada del estrenado otoño, la belleza serena de la tierra parida, la larga caminata por entre los pinares, la compañía y la conversación con un amigo de la infancia.

Eduardo es un amigo y también un profesor aunque creo que le viene mejor el nombre de maestro, sí, maestro como sus padres, Juan y Covadonga, como su tía abuela Tana, maestro de casta y de raza, de vocación.

Mientras caminamos y hablamos de la vida y de las mujeres –los dos grandes misterios de la existencia- nuestra conversación llega hasta el canariómetro. Según escucho el palabro, me detengo y allí, teniendo a los pinos por testigos, me cuenta qué es el canariómetro.

Eduardo recuerda la emoción que sintió cuando le regalaron el primer canario. De entonces le viene su afición por las aves –no sé cuántas veces ya ha sido campeón de España con sus palomas mensajeras-. Si a él le hizo tanta ilusión, probablemente se la haría también a sus alumnos. Tenía que probarlo. Sus alumnos son la clase de 5º del Colegio Maristas de León. En el aula tienen un canario, el de ahora se llama Pichón -personalmente prefiero la segunda opción más votada, Limoncín-. Hay un encargado del canario que, cuando canta, se levanta y cubre la jaula con la tela. Cada fin de semana, uno de los alumnos, el que haya hecho algún mérito especial, puede llevarse el canario a casa. Y luego, está lo del canariómetro. Todos los alumnos tienen que leer 9 libros durante el curso, es la norma, y entregar una ficha de lectura, es la norma. Eduardo les reta a llegar a 12 libros, los va anotando en el canariómetro y el que llegue a 12 se lleva de regalo un canario.

Cada curso, Eduardo regala unos 25 canarios a sus alumnos, así que es fácil echar la cuenta: la clase de Eduardo lee al menos 75  libros más de los obligatorios. Yo a esto le llamo ganar para la causa a nuevos lectores. Cualquier persona que nos enseña algo merece nuestra consideración, si además nos despierta la pasión por aprender debe recibir nuestro más sincero agradecimiento. Más maestros como Eduardo es lo que quiero.

Salud

www.oscarmprieto.com

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