El Castillo de los Mendoza, una joya arquitectónica a 50 kilómetros de Madrid
Por Paloma Aparicio , 24 febrero, 2014
El Castillo de los Mendoza, enclavado en el municipio serrano de Manzanares el Real y a unos 52 kilómetros de la capital, es una de las joyas arquitectónicas que atesora la Comunidad de Madrid.
Esta fortaleza medieval, que fue construida en 1475, tiene el privilegio de observar eternamente la belleza rocosa de La Pedriza y el honor de considerarse la cuna de la Autonomía madrileña, ya que en 1982 sus muros albergaron el acto de constitución de la Asamblea de Parlamentarios de Madrid y el nombramiento de la ponencia redactora del Estatuto. Más allá de su indiscutible importancia histórica, el castillo nuevo de Manzanares el Real sorprende por su imponente presencia, la reciedumbre de sus muros y su exquisita ornamentación superior, en la que destacan las bolas de estilo isabelino.
Detalle del castillo de Manzanares el Real
En su interior, el monumento cuenta con un Centro de Interpretación, en el que se explica la historia de la familia Mendoza, cómo era la vida cotidiana de la época y los distintos proyectos de rehabilitación que se han llevado a cabo en los últimos cien años. Tras estos interesantes apuntes didácticos, vitales para un mejor conocimiento del castillo, el visitante se topa con un recoleto patio porticado que data de principios del siglo XX y por el que se accede al zaguán, hermosa zona de entrada a las estancias palaciegas en la que sobresalen la monumental escalera y sus espectaculares tapices, los primeros de los muchos que nos encontraremos en nuestro recorrido.
Las acogedoras Salas de Santillana y del Infantado dan paso al llamado Estrado de las Damas, situado en la torre del homenaje y que recrea un cuarto de tradición islámica reservado sólo para las mujeres. Asomarse a su ventana mirador, original de la construcción de la fortaleza, y contemplar la quietud del paisaje, presidido por el embalse de Santillana, es una experiencia muy recomendable.
Una magnífica escalera de caracol nos lleva a la parte superior del castillo, donde se ubican la Alcoba y el Oratorio, cuya conexión era muy frecuente en las viviendas nobles, y la maravillosa Galería de Guas, probablemente uno de los elementos arquitectónicos más emblemáticos del monumento. Un bello ejemplo de gótico flamígero por el que es obligatorio caminar sin prisa y admirar la delicadeza de sus arcos.
Una escalera de caracol conecta las plantas del castillo
Embalse de Santillana desde la Galería de Guas
Y, como broche de oro a la visita, un tranquilo paseo por el adarve nos permitirá, además de llenar nuestros pulmones de aire serrano, contemplar las cuatro torres del edificio, la torre del homenaje y el hermoso paisaje de La Pedriza, que se alza altivo y sabedor de que tiene enfrente a un duro rival en lo que a magnificencia se refiere.
Vista de La Pedriza desde el adarve
Cabe destacar que la grandeza del castillo no sólo estriba en sus obras de arte o en sus maravillosas estancias, sino también en el buen hacer de sus nuevos moradores, esos hombres y mujeres que se encargan de su protección y que ponen todo su cariño, profesionalidad y empeño en que la visita sea lo más enriquecedora posible.
Fotografías: José Carlos Bernardos.
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