El desafío de cumplir cien años
Por Juliano Oscar Ortiz , 12 mayo, 2014
Los teléfonos móviles son definitivamente el medio por dónde la gente ingresa al universo digital, esto es una realidad tangible y que, por otra parte, viene a desalojar a las computadoras hogareñas y, lo más significativo, a la televisión.
No creo equivocarme si digo que en poco más de cinco años, la televisión no existirá tal como la conocemos, evolucionará en algún formato similar a lo que hoy conocemos como internet, o en el peor de los casos, desaparecerá.
Hoy, la televisión está presente en la mayoría de las familias de todo el mundo. Su audiencia es, hasta ahora, inigualable, pero su alcance real, está siendo ganado por los Smartphone, es común ver el televisor encendido pero la atención centrada en ese pequeño elemento que nos acerca a los diarios en segundos y a las fotos de nuestros primos que viven a kilómetros de distancia, en un abrir y cerrar de ojos. Sabemos que el Whatsapp hace maravillas.
Ante el poder de la televisión, no fue raro presenciar en el pasado y hasta nuestros días, que el presupuesto de la inversión publicitaria haya sido el 50% y en muchos casos el 70% del destinado por los anunciantes. El resto se repartía en medios gráficos, radio, publicidad exterior, etc., pero el fuerte iba siempre hacia la caja boba.
La televisión siempre fue un medio muy cuestionado por sus excesos y particularidades, generando antipatía en los ámbitos académicos, pero también es cierto, que su poder de entretenimiento y diversión, pocas veces pudo ser igualado.
El aviso publicitario es inherente a la televisión desde el mismo momento que comparten su razón de ser y su ciclo vital. Los dos necesitan de la visibilidad como arma fundamental, los dos son persuasivos, seductores, invitan a captar la atención por medio de infinitos recursos. Los dos se fagocitan uno al otro.
Nos vemos
Hace algunos años, la Asociación de Tele radiodifusoras Argentinas (ATA), reflexionaba en un aviso bajo el título “Nos vemos”, “Usted nos ve. Sus hijos nos ven. Todos nos ven. Claro, ¿quién no ve televisión? Pero nosotros, los que hacemos la televisión abierta privada también los vemos y sabemos que a veces nos elogian y otras nos critican. Por eso, queremos hablar con usted, sin eludir la responsabilidad que tenemos como emisores de la programación”.
Hablar, conversar, comunicarse, son palabras que el público reclamó desde siempre a la televisión y que hoy se puede extrapolar a su necesario socio, la publicidad. El potencial cliente quiere ser parte de la oferta publicitaria y gracias a las redes sociales, brinda su opinión, critica, es una voz a la que las marcas y empresas no deben soslayar ni menospreciar.
Estamos ante el poder supremo del público como nunca se vio anteriormente. La televisión debe transformarse y crecer o morir antes de cumplir su centenario.
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