El descuartizamiento del PSOE
Por José Luis Muñoz , 29 septiembre, 2016
Terrible lo que está pasando en el histórico partido del socialismo español con ese golpe de estado provocado por la dimisión de la mitad de su ejecutiva. Los más encarnizados enemigos de Pedro Sánchez nunca estuvieron fuera de un partido que, en muchas ocasiones, ha sido cainita. Recordemos lo que ocurrió con Borrell hace ya muchos años, porque la historia se repite, pero esta vez las espadas están en alto y todo parece indicar que esa lucha fratricida va a dejar un reguero de muertos.
Pedro Sánchez, y eso es un dato estadístico irrefutable, ha obtenido los peores resultados del PSOE en toda la historia del partido. Achacárselos al secretario general únicamente es una frivolidad. Hay dentro del partido fundado por Pablo Iglesias una camarilla de antiguos dirigentes, capitaneados por el jarrón chino Felipe González, que lleva años haciendo la cama al rebelde Pedro Sánchez empecinado en lo suyo y sin dar su brazo a torcer: imposibilitar la investidura de Rajoy. El todavía secretario general del PSOE es coherente con el contrato firmado con los ciudadanos y con los militantes que lo votaron. Los reveses electorales de Galicia y Euskadi han agravado su situación y Susana Díaz enseña los dientes para descuartizarlo con la ayuda de los poderes fácticos y la casi totalidad de los medios de comunicación dominados por la derecha.
Que se rompa en pedazos el PSOE no beneficia a la izquierda, ni siquiera a Podemos. Hace ya muchos años que el PSOE dejó los presupuestos de la izquierda y fue precisamente en tiempos de Felipe González, con una corrupción rampante y con asesinatos de estado, cuando el partido adquirió el mayor descrédito posible. En ese momento el PSOE debería haber hecho una limpieza a fondo en sus filas y expulsar a personajes tan siniestros y desleales como Felipe González, submarino del PP en estos momentos junto a los barones del partido. El monolitismo disciplinado del PP contrasta con las luchas intestinas del PSOE.
La corriente que quiere que el PP siga gobernando el país y que desteta un entendimiento con Podemos con el apoyo de los independentistas, ha dado su golpe de estado y Pedro Sánchez se abraza al apoyo que ha recibido de las bases, de esos militantes que le dicen que quemarán el carnet el día que facilite un gobierno de la derecha más reaccionaria y lesiva para los intereses de los ciudadanos que ha tenido este país y que lo ha hecho retroceder treinta años.
Es la derechización del partido, sus casos de corrupción, la pésima gestión de los resultados electorales y sus movimientos hacia Ciudadanos lo que lamina su crédito electoral. Y si la sustituta al linchado Pedro Sánchez es Susana Díaz, la sangría de votos que tendrá lo que quede del PSOE hará bueno a su antecesor: a la lideresa andaluza se la detesta en toda España salvo en su tierra, y ella será un bombero que echará gasolina en el incendio de Cataluña.
Que hablen los militantes y que se depuren a los desleales o el PSOE estará definitivamente acabado como partido. La izquierda de este país está en estos momentos con Pedro Sánchez, paradojas del destino. Él representa en estos momentos el ala izquierda de la formación.
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