El dolor de esta España
Por Agustín Ramírez , 11 mayo, 2014
Cada día me siento menos español y más apátrida.Cuando veo las imágenes en televisión del señor Díaz Ferrán con su pulsera española siento nauseas de compartir la nacionalidad con personas de esa calaña, capaz de defender, desde su poltrona de jefe máximo de la patronal española, que lo que había que hacer era trabajar más y cobrar menosy capaz de santiguarse, con falso recogimiento, a la par que robaba y estafaba a clientes y trabajadores.
Cuando escucho a nuestro gobierno nacional hablando de las bondades que nos está produciendo su política social, cultural y económica, alabada, ¡cómo no!, por banqueros millonarios, y que solo está consiguiendo que los salarios y las pensiones cada vez sean más bajos; que los contratos de trabajo cada vez sean peores; que las condiciones laborales cada vez recorten más los derechos de los trabajadores que con la lucha de tantos años consiguieron; cuando la asistencia al cine y al teatro cada vez sea un hecho más excepcional; cuando las medicinas hay que pagarlas dos veces –impuestos y copagos-; cuando la educación pública cada vez se ve más recortada, y así un largo etcétera… recuerdo aquellos versos que dicen: “una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.
Cuando leo que gente famosa, ídolos incluso de la juventud, son tan españoles que para no pagar impuestos dicen que trasladan su residencia a países paraísos fiscales, siendo mentira y viéndose por ello en problemas con Hacienda; o, también, aquellos que directamente sí la han trasladado para que el poderoso caballero don dinero siga en sus arcas y la solidaridad sea solo una palabra que hay que usar en concursos y campañas para que sea el españolito de a pie quien ponga el dinero que el Estado, con los impuestos que ellos rehúyen pagar, no pone, porque no quiere y no tiene; o cuando leo que las grandes fortunas de este país, durante el gobierno de don Mariano, han incrementado sus inversiones en Bolsa de 35.000 millones de euros en el 2011 a los actuales 60.000 millones, y que las empresas que cotizan en bolsa repartieron el pasado año 8.500 millones de euros entre sus accionistas, a la par que despedían a 120.00 trabajadores, me avergüenzo de este país, de esta su España.
Y me sigo avergonzando, hasta la nausea, cuando leo las encuestas electorales y recuerdo las manifestaciones contra el gobierno –las grandes y las fracasadas- y observo que, salvo excepciones, las grandes movilizaciones solo se producen para celebrar acontecimientos deportivos, idolatrando y jaleando a personas que, en cuanto la economía se lo permite, buscan cualquier recoveco legal –que hay tantos que puestos en un mapa parecieran el trazado de una carretera de montaña- para llevarse su dinero a donde nadie les moleste ni les recuerde la labor social de los impuestos.
Y, para colmo, cuando la nausea está a punto de salir al exterior, cualquier noticia sobre corrupción, que “haberlas haylas” por doquier, provoca el estallido final.
¡Qué triste, y lamentable verdad, es aquello que dijo Warren Buffett: “hay lucha de clases y los ricos estamos ganando”!
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