El exceso
Por Oscar M. Prieto , 20 abril, 2017
Pasados ya los fastos de la Semana Santa, nos llevará unos días recuperar la rutina habitual de los sentidos, saturados por una amalgama de impresiones. El oído tardará en librarse del tono de cornetas y redobles, el olfato poco a poco se irá desprendiendo del olor a incienso, el gusto desbordado por los típicos dulces añorará volver al sencillo alimento y la vista, sobre todo la vista, descansará de tanta procesión de imágenes.
Pasados ya los fastos de la Semana Santa, la pregunta es: ¿qué queda de todo ello? Viendo los debates que suscita entre quienes ven en ella una manifestación cultural, los que defienden el interés turístico y quienes la viven religiosamente, creo que es la pregunta pertinente. Porque si sólo quedan de ello los datos de ocupación hotelera, las cifras de muertos en las carreteras y cientos de miles fotografías, opino que algo falla.
La Semana Santa tiene su desarrollo en la época barroca, época dramática y teatral por excelencia y por tanto, considero que acudir a la Poética de Aristóteles es un buen camino para comprenderla. El Filósofo señala que el fin del teatro y de la tragedia es la catarsis. El espectador, al contemplar el sufrimiento y las desgracias que se ceban con el héroe trágico, despertando en su interior el “eleos” y el “phobos”, la piedad y el miedo, puede purificar su alma de las bajas pasiones sin tener que experimentar los padecimientos que sufre el protagonista de la escena.
Así también, la Semana Santa, en la que los tronos y pasos representan la pasión y muerte de Cristo, debería provocar en quienes acuden a las procesiones esa misma purificación del alma y la motivación de ser más buenos. No estimo necesario ni siquiera participar de la fe cristiana, pues el mensaje evangélico, es un mensaje universal, cuya ética resume incluso el “imperativo categórico” de Kant.
“Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto!”
La catarsis debía librar del peor de los pecados, la hybris, el exceso, y me temo que la Semana Santa peca de exceso.
Salud.
www.oscarmprieto.com
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