El «golpe de estado» democrático del PP
Por José Luis Muñoz , 22 agosto, 2014
La medida estrella que este verano han ido madurando los estrategas del partido del gobierno se llama cambio unilateral del sistema de elección a alcalde, la reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral para que en los ayuntamientos gobierne la lista más votada. Su regeneración democrática, que Ernesto Elkaizer, en funciones de tertuliano, tilda de degeneración democrática, consiste en la elección directa de alcalde y que éste sea simplemente el más votado de la población, y tienen el cinismo de apostillar que esa medida va a ser aplaudida por la ciudadanía. Solo a un lerdo se le escapa que esta estrategia de trilero político que el PP va a imponer en solitario, tras haber lanzado sus globos sonda y no haber seducido al PSOE, no tiene otra meta que conservar el poder municipal del partido del gobierno que peligra tras los resultados de las últimas europeas y las encuestas del CIS con la irrupción de Podemos en la arena política. Con la extrapolación de los últimos resultados electorales al ámbito municipal, el partido de Mariano Rajoy perdería buena parte de las alcaldías que actualmente detentan.
A través de subterfugios democráticos—porque el PP sigue teniendo una mayoría suficiente en el parlamento, fruto del desencanto, que le permite esta maniobra y muchas otras, claramente antidemocráticas, leyes lesivas que torpedean las bases de nuestro sistema democrático basado en los acuerdos y en las mayorías en torno a programas mínimos—se iría al garete uno de los fundamentos: el sistema parlamentario que rige en los ayuntamientos y permite elegir a los alcaldes y es el mismo que se aplica en el ámbito autonómico y estatal. Legislando ad hoc, el partido de la derecha, que no tiene a nadie con quien pactar como no sea con el PSOE—y esa sería la inmolación del partido fundado por Pablo Iglesias—, pretende una reforma de las leyes electorales municipales que nadie nos asegura no extiendan al plano autonómico y estatal para seguir gobernando para ellos y sus intereses.
Ya sabemos la escasa vocación de servicio que tiene el PP hacia la ciudadanía, un partido que gobierna, incluso, en fraude flagrante con sus propios electores por el incumplimiento sistemático del programa político por el que fue elegido, el contrato, y que lo que los partidos, salvo excepciones, lo que pretenden es la perpetuación en el poder y su sumisión a los poderes fácticos que los alimentan y para los que trabajan. Con tan burda medida de cambio de las leyes del juego a mitad del partido, a muy pocos meses de la próxima contienda electoral, Mariano Rajoy quiere evitar perder, entre otras, el ayuntamiento de la capital de España que simbolizaría su fracaso y su derrota. La regeneración democrática del partido que más casos de corrupción alberga en su seno puede llevarnos al absurdo de que una derecha minoritaria gobierne consistorios mayoritariamente de izquierdas; a que, con un 34% de votos, el PP gobierne sobre un 66% de votantes que han optado por formaciones en las antípodas de su ideología conservadora.
Puestos a cambiarlo todo a su conveniencia, imagino que el PP eliminará también los plenos municipales, ya que estos harán inviable el gobierno de los alcaldes electos bloqueando todas sus iniciativas, entre ellas los presupuestos, y eliminados los plenos podrán extrapolar su democrático sistema al conjunto del estado eliminando las funciones del parlamento nacional por la misma regla de tres.
Con el actual rodillo parlamentario en sus manos el partido en el poder sigue arrasando con los principios democráticos de este país que han sido válidos hasta que han sentido peligrar estos politicastros indignos las sillas bajo sus culos. Habrá que pararles los pies con todos nuestros medios, en las instituciones y en la calle, porque el PP, como bien dice Ernesto Elkaizer, lleva mucho tiempo degenerando la política y su última iniciativa es un golpe de estado democrático contra la democracia.
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