El monopolio de la opinión
Por Alba González Pérez , 16 febrero, 2018
Para cualquiera asiduo a las redes sociales, sabrán del peso de diarios tan reputados como El País o El Mundo dentro del espectro digital. Ningún diario que se precie imagina su existencia sin tener un nicho cubierto. Tal es así, que los enlaces patrocinados se han convertido en el pan de cada empresa y la presenica dentro las primeras páginas de los buscadores más reputados, un mantra. Dicen aquello de que una opinión sincera vale más que mil excusas (puede que este dicho haya sido modificado a mi antojo) pero hay algo de verdad en tanto en cuanto, al cliente/lector se le da soberana libertad.
Quien inventó aquello de «el cliente siempre tiene la razón» jamás trabajo cara al público y me temo que los medios no van a ser una excepción. La sección de comentarios de muchos diarios bien pareciera un patio de colegio; no se valora en absoluto si esa opinión puede agredir, si está contrastada o si verdaderamente ese señor que dice llamarse X y residir en Y ha estado verdaderamente como para opinar sobre un hecho feaciente, aún así aquellos comentarios que acumulen más «likes» o tengan mayor número de contestaciones son los primeros que aparecen, una vez despliegues el panel, una locura. Todo el mundo ha tenido siempre una opinión, pero ahora llega a todos, desde cualquier soporte digital, a cualquier hora y desde cualquier lugar.
Quizás en consumo nos lleven años de ventajas a los medios en aquello de paliar las críticas. Porque sí, el 80% de las opiniones recibidas bien son críticas al medio que se está leyendo, a la calidad de la noticia o al personaje del que se habla. Muchas de esas opiniones sin criterio alguno son vertidas a diario en las redes sociales, donde mucha gente (especialmente los más jóvenes) toman como su biblia personal. Si 3.419 millones tienen acceso a internet y 2.307.000.000 usan regularmente las redes sociales, nos podemos hacer una idea de la magnitud de aquello que estamos abordando. Esto puede afectar desde el libro que vas a comprar, un hotel en el que quieres pasar el fin de semana o la simpatía o antipatía que tienes por un personaje público en concreto.
No todo iba a ser negativo en el océano digital, gracias a muchas de las opiniones (se podría decir que aquellas más fundamentadas) se realizan a diario miles de cambios. Una mera sugerencia puede mejorar el diseño de un producto, su distribución y cualquier otro problema que podamos imaginar (de sobra son conocidos los hackers que a través de fallos de seguridad se han colado en grandes compañías y éstas han detectado el problema y mejorado su seguridad). Así que mejor nos preparamos porque hemos entrado de lleno en la era del dictamen, en la que no todos han hecho sus deberes y donde aún la paja de la mayoría no nos deja discernir bien la aguja en el meollo del asunto. Lo dicho, seguiremos opinando.
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