El mundo que vendrá
Por Francisco Collado , 13 abril, 2020
A día de la fecha, la única certeza es que nuestro mundo; tal como lo conocimos; ya no existe. La incertidumbre se ha convertido en ineludible compañera de viaje. Siempre estuvo ahí, pero preferíamos habitar un hedonismo cotidiano, una existencia de apariencias donde estas cosas siempre sucedían en lugares lejanos y ajenos. La cosa no iba con nosotros. El mundo del consumo compulsivo, de las relaciones sin compromiso, del nihilismo como bandera, ha dado paso a la realidad de la condición humana: la incertidumbre de nuestra existencia. Los valores han cambiado y lo que ayer se nos antojaba imprescindible, hoy se torna mutable frente a la necesidad fundamental de la persistencia. Es probable que nos veamos obligados a cambiar modos y hábitos sociales si queremos enfrentarnos a todo lo que está por venir con seguridad y control. Posiblemente las demostraciones de afecto cercanas quedarán restringidas al círculo más íntimo de la familia. Ese “osculear” desconocidos cuando nos los presentan, tan mediterráneo y tan innecesario, deberá ser sustituido (junto al apretón de manos) por algún modo de leve inclinación respetuosa o un simple “encantado”. En otras culturas hacen uso de este tipo de cortesía desde tiempo inmemorial. También debemos acostumbrarnos al uso de mascarillas y guantes, que se van a convertir en nuestros aliados y en los del prójimo. También en este particular, otras culturas nos llevan ventaja. Hay países donde un por un simple resfriado, el enfermo se coloca mascarilla por respeto a los otros ciudadanos. Nada volverá a ser igual. Ni el pasamos de la escalera mecánica, ni el botón del ascensor (no hablemos de toda la parafernalia de los baños públicos), ni la manecilla de las puertas. Es algo de lo que la sociedad debe ser consciente. Siempre han existido bacterias y gérmenes en esas superficies, pero las amenazas que se avecinan en el horizonte, son patógenos altamente resistentes en superficies, como es el caso actual. Con el tiempo se deberá primar el uso del cobre en determinadas superficies, con sus propiedades antipatógenas, para la fabricación de pomos, etc. Algunos aeropuertos ya tienen láminas de cobre en las zonas de ventanilla ¿A dónde conducirá el aislamiento social? ¿Se convertirá en recelo de cercanía? Lo único cierto es, que sin una erradicación total (a día de hoy imposible), cualquier vecino, familiar o amigo puede ser un portador inconsciente. Será necesario replantearse las estructuras de los lugares comunes como baños públicos, que habrá que dotar de pedales para el grifo, detectores para expender el jabón o cisternas que se activan al abrir la puerta o cerrarla. Todo debe ir dirigido a que el ciudadano toque el menor número de lugares posibles. Salir a la calle se convertirá en un no-me-toco-la-cara, que habrá que ir enseñando a unos niños que van a habitar un mundo donde se van a suceder las pandemias. La Sanidad deberá ser la gran reforzada, aprendiendo de los errores y no acordándose de Santa Bárbara cuando truena. Hábito muy hispano, junto a la cultura del terrazeo y la cañita, del cafelito y la copa. Es difícil calibrar como va afectará a lo festivo esta situación ¿Como se podrá prevenir, dentro de las costumbres y hábitos tan arraigados en nuestra cultura, la expansión de un patógeno? Los presupuestos destinados a algunas partidas innecesarias deberán ser aplicados para reforzar el sistema sanitario, prevenir y formar especialistas. La investigación, esa Cenicienta en tierra baldía, necesita apoyo para la prevención, lucha contra las amenazas y desarrollo de vacunas. Toda inversión en este campo representa beneficios para un futuro y debería pasar al olvido la habitual tacañería de los ejecutivos para apoyarla.
Es difícil aventurar cuantos cambios nos va a traer el futuro. Tan sólo nuestra capacidad de adaptarnos nos hará salir adelante. Los que vengan detrás, se van a encontrar con una serie de usos y costumbres que vivirán como algo cotidiano y normal. Nos costará más a los que tendremos que cambiar tantos hábitos y usanzas. Porque esto ha venido para quedarse. Y después van a venir más. Es hora de empezar a prevenir.
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