El Museo Diocesano de Cuenca, un tesoro por descubrir
Por Paloma Aparicio , 28 abril, 2014
La ciudad de Cuenca alberga múltiples tesoros que conforman sus principales señas de identidad, entre ellos, por supuesto, las emblemáticas casas colgadas, que se asoman sin ningún tipo de vértigo a la hoz del Huécar. O su catedral, de elegante factura tanto exterior como interior. Disfrutar de esta maravilla del gótico desde lo más alto de su nave central, privilegio reservado sólo a unos pocos, es, sin duda, una experiencia fascinante. Porque el templo impone su magnificencia sin barreras, real y descarnado. Un golpe de belleza sin cortapisas que hasta al más valiente puede provocarle un leve temblor de piernas.
Vista del interior de la Catedral de Cuenca
Su bulliciosa Plaza Mayor, la magia que desprenden sus pétreos rincones, las inigualables vistas desde el puente de San Pablo… muchos son los atractivos de la ciudad castellanomanchega, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1996.
No obstante, existe un tesoro, todavía ignoto para buena parte de los visitantes, que merece un mayor detenimiento. Ubicado en el interior del Palacio Episcopal, el Museo Diocesano de Cuenca acoge en su seno un precioso conjunto de tablas de estilo flamenco del siglo XVI, obra de Juan de Borgoña, que pertenecían al retablo del Convento dominico de Santa Cruz de la localidad conquense de Carboneras de Guadazaón, así como una colección de bellos tapices realizados en Bruselas entre los siglos XVI y XVII. Pero si hay una sala que lleva con orgullo su sobrenombre, esa es la llamada Sala del Tesoro, que cobija las piezas más importantes del museo, entre ellas, dos maravillosos cuadros del Greco. Qué mejor forma de homenajear al pintor cretense en el IV centenario de su fallecimiento que contemplar dos de sus trabajos, La oración en el huerto, un óleo procedente de Las Pedroñeras y firmado por el artista en el siglo XVI, y Cristo con la cruz, un delicado lienzo originario de Huete y fechado a principios del siglo XVII.
Por último, destacar el impresionante relicario bizantino denominado de los “Déspotas de Epiro”, realizado en plata repujada y dorada y ornado con perlas y piedras preciosas.
Detalle de los dos “Grecos” que alberga el Museo
Relicario bizantino
Entrada del Museo Diocesano de Cuenca
Además, y con el objetivo de que los más pequeños se empapen de arte de forma divertida, la institución propone un cuaderno de actividades especialmente indicadas para su desarrollo en familia.
Arte religioso, entretenimiento para todos y una atención impecable. Estos son tres de los atractivos del Museo Diocesano de Cuenca, la joya desconocida de una ciudad hermosa y perfecta para visitar en cualquier época del año.
Fotografías: José Carlos Bernardos y Gemma González.
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