“El pádel adaptado es un excelente ejercicio para fomentar el trabajo en equipo”

El cristalino de sus ojos refulge con furia cuando empuña la pala de pádel. La posición de su cuerpo sigue las instrucciones del monitor, situarse de lado, golpear a la bola por delante y completar el movimiento del brazo hasta el final. El impacto de la pala conduce la bola al otro lado de la pista y un estallido de alegría y aplausos emerge de entre sus compañeros de clase fundido con la felicitación del monitor, “¡muy buena, Rubén!”.

Se trata de Rubén, de 19 años, que acaba de participar en su primera clase de pádel adaptado para chicos y chicas con discapacidad física y mental. Lo organiza el área de bienestar social de la Consejería de Familia de la Comunidad de Madrid y en esta ocasión se trata de pádel y se ha celebrado en las instalaciones del Momo Sport’s Club Las Tablas, pero los centros ocupacionales celebran a lo largo del año jornadas de deporte adaptado que van desde los populares fútbol, baloncesto o natación, hasta el piragüismo, la gimnasia rítmica, el vóley playa, la petanca o la boccia.

Rubén es uno más de esos cientos de muchachos y muchachas que se despierta temprano un sábado para practicar deporte. “Preparar su equipo, poner su ropa en la bolsa, su gel, su toalla y todas las cosas que para nosotros son meras rutinas, para ellos es un mundo y les ayuda a mejorar su vida diaria y su autonomía”, explica Juan Carlos Gonzalves, coordinador de centros ocupacionales del área de Bienestar Social. Tiene claro que este tipo de actividades reporta grandes beneficios a sus practicantes, “mejora su integración social y evita el sedentarismo al que todos somos tendentes, y más ellos”.

Rubén practica tenis, baloncesto y fútbol, su favorito. El pádel le ha parecido “muy divertido y menos cansado que otros deportes” y ha seguido a pies juntillas las instrucciones del monitor, “tirar flojito para que no se vaya fuera” porque, en el pádel, la pista es más corta que en el tenis. Siente en su interior la satisfacción del deportista que se ha esforzado para aprender, que ha cumplido una nueva meta en el proceso de asimilación de conocimientos para poder disfrutar del juego, un proceso que, según explica Juan Carlos Gonzalves, “en su caso, es mucho más lento, hay que dar pasos más cortos y cubrir más etapas, pero luego disfrutan, sudan, corren y juegan exactamente igual que otros muchachos. De hecho, son extremadamente competitivos y el no ganar les molesta igual que a todo el mundo”.

Nadie lo diría viendo el ambiente de complicidad, camaradería y compañerismo que se respira tanto en las pistas donde juegan los chicos como en la zona de descanso donde se comparte bebida, comida y animadas charlas entre amigos. Porque la socialización de todos los integrantes es fundamental para que la jornada sea completa y, en este sentido, Juan Carlos Gonzalves destaca las virtudes del pádel adaptado, “al ser un deporte que se juega en pareja es un excelente ejercicio para fomentar el trabajo en equipo. Ellos son conscientes que el uno sin el otro no puede ganar, así que se ven obligados a apoyarse en su pareja y eso mejora, indudablemente, su integración social”.

Rubén termina la primera parte de su clase y se marcha a cobijarse del calor mientras recibe las entusiastas felicitaciones de sus compañeros. El coordinador de centros ocupacionales lo resume del siguiente modo, “a poco que les des son felices y si además ellos pueden mejorar, aprender un nuevo deporte, sentir que progresan, entonces les encanta y te devuelven esa felicidad con creces”. Rubén es un ejemplo, pero existen otros cientos y miles de chicos y chicas a quienes el deporte les ayuda a dar firmes pasos para crecer en su autonomía, para relacionarse con otros en armonía, para vivir una vida más saludable, en definitiva, para ser mejores personas.