El pensamiento atrapado, de Abel Ros, la conciencia social en voz alta
Por Pedro Luis Ibáñez Lérida , 19 febrero, 2014
En la fase terminal de desengaño en el que nos encontramos, el pensamiento crítico y reflexivo obra contra el estigma de lo inevitable para ofrecernos espacios de resistencia cívica .
Mientras escribía esta reseña, recibí el triste acontecimiento del fallecimiento de Félix Grande. La radio informó, a primera hora de la mañana, de la luctuosa noticia con ese grado de instantaneidad y concreción con el que, a modo de breve esbozo, ilustran los titulares. Y en los que la fugacidad marca el vertiginoso ritmo de los acontecimientos que se narran. Tornó mi animosidad a una sensación de cierta orfandad. Las manos descansaron del tamborileo sobre el teclado, no por el cansancio y sí por el reposo ensimismado de la evocación: «Sólo son verdaderas / las palabras irreparables«, como lo es su ausencia que, de una u otra manera, nos hace dirigir nuestra mirada a los cauces de luz en los que hundía la garganta de sus palabras, y de los que bebió hasta embriagar su alma de compromiso y rebeldía y serenidad meditativa, como lo eran César Vallejo y Antonio Machado, respectivamente. El flamenco era la herida en la que respiraba su costado. Un modo de conciencia que desangra el cante jondo desde un principio atávico que acompaña al ser humano: el dolor y la alegría. En el año 1996, el autor de La balada del abuelo Palancas, fue destituido por el gobierno del Partido Popular -PP- de la dirección de Cuadernos Hispanoamericanos, que ocupaba desde 1983. Aunque desde 1961 trabajara con Luis Rosales en este cometido cultural ininterrumpidamente. Tras treinta y cinco años, la lacónica respuesta del gobierno fue: «El motivo no es otro que la consideración de la convenciencia de un relevo«.
La realidad española no consiente medias tintas ni medias verdades. La situación económica, social y política recrea una atmósfera que rezuma la sustancia ponzoñosa de la creciente apatía, el acentuado descreimiento, la ausencia de esperanza y la subversión de los valores y principios que reafirman la personalidad de la comunidad cívica que la integra y compone. La confusión es notable y los ciudadanos ven constreñidos y limitados sus derechos por políticas que asfixian su capacidad de subsistencia, no sólo en las necesidades básicas y perentorias, también en la resolución de apartados que afectan a los derechos humanos. «Poderoso caballero / es don Dinero» que diría el irreverente y genial Francisco de Quevedo con relación a la troika de acreedores que conforman la Comisión Europea, Fondo Monetario internacional -FMI- y Banco de Central Europeo -BCE-. Y que recientemente hemos podido comprobar sus partes pudendas, al desvelarse los manejos de Alemania, Francia y Holanda con respecto a la asunción de la deuda griega. Como recoge el riquísimo reefranero español, Donde dije digo…, los tres socios europeos comprometidos con aquella deuda … digo Diego, acabaron por deshacerse de ella, agravando aún más la crisis que padecemos.
El pensamiento atrapado, de Abel Ros –Ediciones La Lluvia. Prólogo de Javier Valenzuela- sostiene un discurso justo y necesario ante el álgido activo pancista que impera en la política actual, heredera de un poder domeñado por las entidades bursátiles y financieras que, incluso, son untadas con dinero público para hacer frente a sus presuntas cuitas. Para después no tener la más mínima compasión en arrojar a la intemperie a familias, desalojándolas de su vivienda por no pode hacer frente a los pagos de hipotecas, en muchos casos, con claúsulas abusivas, y en todos con la virulencia legal más infame, que no es otra sino aquella que no acepta el indefectible rasgo de humanidad. Miguel de Cervantes lo expresaba en labios de Don Quijote con esta hermosa aseveración, más bien exhortación, en atención a los consejos que éste dió a Sancho antes de gobernar la ínsula Barataría: «Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia«. En este desapacible hilo de acontecimientos la obra acepta el reto y se posiciona como disquisición en el examen riguroso, pero también, y bajo mi óptica uno de los aciertos del autor, en el eco de los ciudadanos cuando incorpora las apreciaciones del ciudadano de a pie como el pensionista, la trabajadora, el vecino el coincidente en una barra de bar. A ello auna la correlación de fuerzas intelectuales que cita y con el que sustenta el sólido andamiaje de sus reflexiones y la fijeza en el territorio ideológico desde el que articula el pensamiento, evitando caer en la coyuntura que denuncia el propio título. El suyo no es precisamente un pensamiento atrapado. Más bien libérrimo. Es un enfrentamiento desigual en la realidad cotidiana, y que, sin embargo,en el territorio de la escritura pugnan cuerpo a cuerpo y donde el pensamiento devuelve los golpes y resiste los envites viscerales a los que se ve sometido.
Rafael Chirbes, autor de la novela En la orilla y contumaz perseguidor de la realidad, reflexiona atendiendo a la perspectiva de Benito Pérez Galdós, autor de los Episodios nacionales: «Leyendo a Galdós oímos las voces de un país, nos enfrentamos al reto de discernir entre una pluralidad de puntos de vista: escuchamos las conversaciones de unos y otros, y se nos obliga a descifrar las diversas hablas de los personajes: la retórica de los políticos, el lenguaje castrense,los estilemas de periodistas, y literatos, las tiradas verbales de los folletinistas, las divagaciones escatológicas del clero, los paralamentos de los aritócratas, la jerga forense, el rgot delas clases bajas madrileñas o el de los campesinos del Delta del Ebro. Todo se le convierte a Galdós en pasta narrativa al servicio de su gran proyecto: levantar un país literario trasunto del país real; descubrir, mediante el pequeño artefacto de la novela, los mecanismos que mueven ese gran artefacto que es España: la novela como modelo que permite aprender el engranaje social«. En la misma medida abunda, aunque desde la opinión y el análisis personal que compromete al autor en primera persona, este texto que se divide en 11 capítulos correspondientes a otros tantos enfoques -educación, cultura, economía, Europa, justicia, igualdad, religión, periodismo, política e indignación- sobre la realidad nacional. Siempre desde la tesis del atrapamiento. Es decir, de la retención en el tupido cedazo democrático que vela y discrimina los intereses privativos a costa de los públicos
Abel Ros -Callos de Segura. Alicante, 1974- prescinde de la cáscara y va al meollo. Con un corajudo empeño en sí y en su propia obra, ha escapado del espacio cibernético para ofrecernos en este volumen una selección de las crónicas que durante los tres años últimos años ha ido editando en el blog de su autoría, El rincón de la crítica. Tenaz esfuerzo que ha tenido su recompensa con esta publicación que se aproxima al lector en formato de papel para que pueda conocer y dialogar -otras de las cualidades del texto- con este inventario de exenciones.
Tres abrumadores datos agrietan el techo del edificio social. Durante el primer trimestre de 2013 un total de 35.098 familias fueron desalojadas de sus viviendas. En la totalidad del año 2012 el número fue de 44.475. La economía sumergida supone el 24,6 por ciento del Producto Interior Bruto -PIB-. Uno de cada cuatro euros es de naturaleza fraudulenta. Existen 2.826.549 niños con déficit en sus necesidades básicas. Somos el octavo país del Unión Europea -UE- con mayor tasa de pobreza infantil. En apenas doce meses 267.000 niños traspasaron este vergonzoso umbral. Si como señala Abel Ros, «El desmantelamiento de lo público en la Europa de lo privado ha abierto la brecha de la desigualdad entre los ricos y pobres«, es evidente que tendremos que arremangarnos porque «Si quieres el huevo, sufre la gallina«. La paremia no ofrece dudas y aquél imprime su mirada crítica y aleccionadora, «Si nos miramos el ombligo, nos daremos cuenta de que, en España, si hay indicios para otorgarle la razón a Marx. Desde que la derecha es el cetro de la Moncloa, se ha producido un desmantelamiento crónico del Estado social«. No obstante, y aunque este proceso de reconversión se ha agudizado en esta última etapa al socaire de la crisis, viene de tiempo atrás con políticas propiciadas desde la izquierda, que desdibujaron su esencia y personalidad. Aunque lo más preocupante, desde mi punto de vista, es el secuestro de valores que la democracia en la Unión Europea -UE- no ha sabido o querido proteger y defender, frente al óbolo que cantaba satiricamente el autor de El Buscón, «Madre, yo al oro me humillo / él es mi amante y mi amado«, que reúne en su impronta poética y humana ese no vencimiento frente a la adversidad. En suma, la resistencia que proclama Abel Ros en El pensamiento atrapado.
Pingback: El pensamiento atrapado de Abel Ros | Cisolog