El precio del hielo
Por Imanol Santurtun , 30 enero, 2014
Cuando la patinadora estadounidense Nancy Kerrigan se enfundó sus patines un frío 6 de enero de 1994 para realizar el entrenamiento que le llevaría a los Juegos de Invierno de Lillehammer, poco podía imaginar que sería la protagonista de una de las rivalidades deportivas más polémicas de los últimos tiempos junto a Tonya Harding, su compañera y máxima rival en la pista.
Los sueños deportivos de Kerrigan, se vieron amenazados hace ya 20 años cuando un desconocido irrumpió en las instalaciones donde la joven atleta se entrenaba para los campeonatos nacionales. El agresor le asestó un golpe con una barra de metal en la rodilla derecha, poniendo en duda su clasificación para lograr la medalla olímpica.
Los gritos desgarradores de la patinadora, recogidos en vídeo instantes después del ataque, conmocionaron al mundo. Con Kerrigan fuera de juego, la competición nacional no supuso ningún problema para Harding: la instintiva patinadora consiguió una de las dos plazas olímpicas disponibles para competir en la pista de hielo de Lillehammer.
Nancy Kerrigan minutos después de la agresión
Mientras, programas de televisión y periódicos de todo el mundo se preguntaban quién podía haber sido capaz de realizar un acto tan salvaje a una joven promesa del patinaje.
Semanas después, Jeff Gillooly (el entonces exmarido de Harding) confesó ser uno de los integrantes de la trama junto a Shawn Eckhardt, Shane Stant y un tercer cómplice, Derrick Smith. El cerebro de la operación involucra también a su por entonces pareja en el momento de la agresión: Tonya Harding.
El inaudito episodio con todos los ingredientes del mejor culebrón, despertó un interés nunca antes visto hacia este deporte. Aunque Harding declaró que se enteró de toda la trama una vez se produjo el ataque y no fue declarada culpable; la calidad de su participación en el acto siempre estuvo en duda. Contra todo pronóstico, el Comité Olímpico Internacional le permitió participar en la pista olímpica noruega posibilitándole ganar la tan ansiada medalla.
A pesar del ataque, Kerrigan consiguió recuperarse y participar en los Juegos de Invierno de Lillehammer junto a Harding. El mundo asistió expectante al duelo entre las dos patinadoras que, aunque vivían en pisos distintos, compartían entrenamientos ante las miradas de centenares de reporteros y curiosos. El resultado del campeonato dio como vencedora a Kerrigan, que ganó la medalla de plata mientras Harding tuvo que conformarse con un octavo puesto.
Finalmente Nancy Kerrigan ganó la batalla a Tonya Harding
Finalizada la competición, ambas patinadoras siguieron trayectorias distintas. Mientras Kerrigan era aupada como modelo de deportista ejemplar, Tonya Hardyng no pudo volver a competir de nuevo y su percepción de mujer problemática aumentó con diversos escándalos y problemas con la justicia, interpretados como vanos intentos de recuperar la fama perdida.
A punto de comenzar los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, este aniversario es una buena oportunidad para recordar que el ansia de triunfo pueden ser más peligroso que mantener el equilibrio sobre dos cuchillas afiladas en la siempre resbaladiza pista de hielo.
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