El Triunfo de la Muerte
Por Carlos Almira , 12 diciembre, 2015
Dentro de una semana vamos a ir a votar. La imensa mayoría de los españoles, de buena fe y cada uno según su visión del mundo y según sus convicciones de lo que es mejor para el pais. Y vamos a ser víctimas del mismo juego al que jugamos cuando, creyéndonos libres, entramos a comprar en un gran supermercado y salimos cargados de cosas cuya verdadera naturaleza y utilidad (para cada uno de nosotros), desconocemos.
¿Cuántos de nosotros sabemos, hemos leído y entendido entre líneas lo que, de verdad, pretende cada uno de los partidos cuyos candidatos aspiran con alguna posibilidad, a gobernar España? Vamos a escoger siguiendo las viejas pautas de la imagen y la ideología, no de la elaborada e inevitable, sobre la que cada uno reposa sabiéndolo o no, sino de la más simplista y eficaz, la que conforma eso que suele llamarse una determinada mentalidad. Vamos a escoger entre cuatro excelentes vendedores de futuro como lo haríamos en un gran almacén entre cuatro marcas de lavadoras, exactamente con el mismo espíritu, a un tiempo envejecido e infantil.
Esto que, en sí mismo, no tendría mayor trascendencia si viviésemos tiempos normales, cobra a mi juicio hoy, una importancia trágica. Desde que yo estudiaba el bachillerato, por la época en que Suárez daba paso al PSOE de Alfonso Guerra y Felipe González, cuando Fraga se reciclaba y construía Alianza Popular, por esa época, confieso que imbuido de ideas anarquistas, las elecciones y el juego de los Partidos me parecían ya precisamente eso, un juego. E ir a votar era casi como ir a un partido de fútbol. Nadie espera que gane quien mejor juegue sino “su equipo”, pues se da por sentado que es el mejor (¿si no, por qué iba a ser el de uno?). ¿Quién va a votar el día veinte, o alguna vez, con la esperanza de que el ganador, el mejor posicionado, sea al final el que mejor administre nuestros asuntos, aunque no coincida con la papeleta que ha depositado en la urna? ¿Cuántos de nosotros preferirían apostar por el perdedor para bien antes que hacerlo por el ganador, para mal?
En los años de Zapatero, si no recuerdo mal, se acuñó la idea, el eslogan, de que por fin teníamos la generación mejor preparada de la Historia de España. Pero lo que tenemos por delante son, en mi opinión, algunos de los desafíos más importantes y graves que ha debido afrontar la humanidad desde que existe, empezando por su propia supervivencia como especie. Tenemos un modelo económico que no es ya sólo injusto, sino insostenible a medio plazo. Hemos entrado en una dinámica brutal de guerra en determinados puntos calientes, y de terrorismo en el resto del planeta, que es incompatible no ya con una mínima preservación de nuestras libertades (incluidas ahora sí, nuestras libertades y derechos privados), sino con una cotidianeidad y una vida mínimamente digna y humana. Permitáseme que dude, siquiera por un momento, que hoy por hoy estemos preparados para esto. Que dude también, que nuestras normas e instituciones actuales sean las más adecuadas para afrontar con éxito, la nueva soicedad de la guerra y el nuevo feudalismo en el que nuestro mundo se precipita sin remedio.
¿Saben lo que creo que nos van a traer los Reyes Magos a los Españoles en cuanto pasen las elecciones? Pues Melchor nos trae 10.000 millones de euros de recortes, impuestos por la Unión Europea a España para el ejercicio presupuestario que tendrá que administrar el gobierno que votemos. Gaspar nos tiene preparada una seria implicación en las guerras que van a avivarse en Oriente Próximo y en las sociedades guerreras (azotadas no sólo por el terrorismo, sino por la indiferencia y la injusticia de occidente, de África). En cuanto a Baltasar, quizás nos reserve tensiones territoriales y sociales internas, de una envergadura que hoy me es, a mí al menos, muy difícil aventurar. Crucemos los dedos.
No recuerdo ningunas elecciones en España con tantos candidatos tan guapos y tan jóvenes, tan atractivos mediáticamente (incluso Rajoy tiene ese encanto otoñal de un Bertín Osborne). Si acaso el coletas (como le tildan sus detractores, con un cierto aire de chascarrillo popular), tiene su morbo. ¿Qué van a hacer cuando los Reyes Magos llamen a su puerta en la Moncloa y en la carrera de san Jerónimo, sino recibirlos con la mejor de sus sonrisas?
El Triunfo de la Muerte (detalle)
Tras la aparente normalidad se esconde el infierno. Nunca olvidaré un cuadro de Brueguel el viejo, que he tenido la suerte de volver a contemplar este puente en el Prado, “El triunfo de la muerte”. ¿Cómo eran Bagdad, Alepo, Mosul, hace unos años, antes de la abortada Primavera Árabe, antes de la resurrección de todos los Imperios salvadores? ¿Cómo son ahora? La gente padecía dictaduras y necesidades, pero había cafés y mercados. Y tras esa delgada, frágil película de normalidad, ya estaba el infierno. Estábamos nosotros. Como aquí ahora, en vísperas del gran Partido de Fútbol de nuestras Elecciones Generales. Yo también voy a votar. ¿Adivinan a quién?
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