EL VIENTO DE VIENA, nueva novela de Helena Cosano
Por Isabel Camblor , 22 febrero, 2015
¿Qué es la locura? No conviene apresurarse a contestar esta pregunta, ya que encontrar una respuesta convincente no es tarea sencilla. A Eleonor le costará mucho tiempo hacerlo, y necesitará transitar dos recorridos para ello, uno físico y otro emocional, que no dejarán indiferente a nadie. El viaje físico de esta recién licenciada en medicina la impulsará a abandonar su Madrid natal para especializarse en psiquiatría en Viena, la ciudad del psicoanálisis, para luego, por una serie de circunstancias que van enmarañando su vida, viajar a Israel, al enigmático desierto, y otra vez de vuelta a Viena. Cada uno de estos parajes dejará hechizado al lector, porque, aunque este no encontrará descripciones espléndidas y minuciosas, se verá inmerso en espacios y atmósferas tan reales, como sólo puede retratar alguien que, como la autora, conoce perfectamente las geografías por donde encauza el devenir de sus personajes. Pero igual de fascinantes y auténticos le resultarán al lector los paisajes que encuentre en el viaje interior de la protagonista, aquel que la llevará a adentrarse en la mente de los demás, que le descubrirá nuevas experiencias jamás imaginadas, que le permitirá ver el mundo con los ojos de los otros, y, finalmente, la aproximará algo más al conocimiento íntimo de su propio ser. No se trata de un simple viaje iniciático al uso, porque la frontera entre el universo onírico y la vigilia se difumina en una magistral ósmosis narrativa, y también porque discurre por caminos tortuosos, esquinados, en ocasiones delirantes u oscuros, pero poblados siempre de poesía. Ambos viajes se entrecruzan como una guirnalda mágica, cómo la doble hélice del material de la vida, en su ascendente periplo hacia el conocimiento. La habilidad de la autora para diseñar un espacio y un contexto diferente en la construcción de cada una de las etapas del viaje va transformando la perplejidad de la protagonista en descubrimientos profundamente significativos. A fuerza de buscarlo, empieza a hallarle el sentido al mundo que le rodea—al mundo manifiesto y al oculto—: el desierto israelita de Eilat, donde aparentemente los espíritus requieren ser escuchados, o un kibutz en los alrededores de Beer Sheva pueden ser lugares tan sugerentes como una clase de psicología clínica impartida en un aula de la universidad de Viena. El enfoque oriental, la búsqueda del desapego y el aquí y ahora se suceden a lo largo de todas las experiencia que vive Eleonor durante un semestre. Ella es consciente de que las disfunciones de la mente humana deben ser analizadas desde la visión de la psiquiatría académica y tradicional, sin embargo, la protagonista va a descubrir que inevitablemente el sistema convencional convive con un universo espiritual hacia el que desde siempre ella se ha mostrado muy escéptica; es así como va acercándose hacia una visión nueva, más abierta, menos intransigente, como va desenredando, dilucidando la frágil línea que separa la demencia de la cordura, como va identificando muy lentamente lo infinitamente insondable que resulta ser la mente humana y más que ninguna otra, la propia. La autora reinventa en esta novela el realismo mágico para formular una inquietante pregunta: ¿son enfermos los locos o son seres lúcidos en una sociedad enferma? Al igual que Erasmo hace medio milenio, Helena Cosano hace en esta novela un nuevo elogio de la locura, pero a diferencia del insigne humanista, no lo hace en clave crítica, ironizando sobre la locura de los supuestos cuerdos, sino con un amor genuino y profundo, que busca la cordura en los supuestos locos.
ISABEL CAMBLOR
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