Seguro que a fecha de hoy todo el mundo ha escuchado la famosa canción del cantante Pharrell Williams, “Happy”. Canción que ha servido para muchos amantes del baile y del playback para dar rienda suelta a la imaginación en cuanto a coreografía se refiere.
Sonada hasta decir basta en cualquier parte del mundo, en las fiestas del pueblo, en la terraza de un bar, de pie, sentado, solo, acompañado, disfrazado, con ropa o con menos ropa. La cuestión era gritar a los cuatro vientos eso: soy feliz y quiero que el mundo se entere. Y en cuantas más redes sociales, mejor. Pero, la importancia radica en qué parte del planeta te encuentres cuando lo hagas.
El pasado mes de mayo siete jóvenes iraníes fueron detenidos tras dejar en Youtube la prueba de que, precisamente, eran felices. La paradoja es digna de estudio.
Pues bien, tras llegar a las manos de las autoridades iraníes, los jóvenes fueron acusados de “participar en la producción de un vídeo vulgar y mantener relaciones ilícitas entre ellos” considerándolo provocador según la moral islámica.
Quien no haya visto el vídeo y tras esta descripción, es normal que piense que se trate de escenas subidas de tono y con alto nivel de hormonas revueltas al más puro estilo Miley Cyrus. Pero no. En el vídeo, chicos y chicas, aparecen cantando y bailando alegremente al ritmo de la música. Las chicas no llevan el tradicional mantón que exige su cultura, dejando al descubierto la anatomía femenina y bailando con hombres, otra violación más del código moral impuesto en una sociedad al límite de la libertad. Por todo ello, fueron condenados a seis meses de cárcel y 91 latigazos cada uno.
Realmente, puede parecernos una historia sacada de un libro de otra época lejana, pero sin embargo no es otra cosa que una realidad que sucede en este mundo y en este momento. En Irán, como en otros muchos países, los derechos humanos están muy lejos de ser derechos, y de ser humanos, precisamente. En lo que respecta a la cuestión de género por ejemplo, el testimonio de un testigo de sexo masculino equivale al de dos mujeres; en cuestión de herencia, a una mujer le pertenece la mitad de lo que le pertenece al hombre, y según el código penal, como si de un videojuego se tratara, el valor de la vida de una mujer es la mitad a la del hombre, es decir que si un coche atropella a un hombre y a una mujer, la compensación económica que recibirá la familia de la mujer será la mitad que la que recibirá la del hombre.
Más que una problemática de género, que es más que obvia, podríamos decir que lo que realmente se prohíbe en Irán es justo eso, ser feliz. Supongo que el miedo es lo que llevó a estos jóvenes, tras recibir la noticia de su “delito”, a retractarse y pedir disculpas por el vídeo, a lo que le siguió la puesta en libertad de todos los chicos bajo fianza.
La libertad según la RAE, entre otras acepciones, se refiere al estado o condición de quien no es esclavo, pero en este caso, podríamos añadir: la libertad es eso que consigues cuando intentas ser feliz y no encuentras trabas para serlo.
(Sevilla, 1989) Estudié Periodismo en Sevilla, donde aprendí la teoría. La práctica supongo que vendrá con los años. Pasé un año en Italia, donde descubrí que los atardeceres en un viejo puente era lo único que no podría llevarme en la maleta. Mientras tanto, fui guardando recortes de buenos momentos hasta llegar a Bruselas, donde decidí abrirla sin deshacerla por si acaso. "Para que pueda surgir lo posible, es preciso intentar una y otra vez lo imposible", y en esa estamos. He pasado por gabinetes de prensa, periódicos y radio. Optimista, inconformista, amante de las buenas personas y de las sonrisas sin forzar.
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