Entrevista a Alberto Llamas, el autor de “El asunto Melkano”
Por José Luis Muñoz , 6 abril, 2014
Alberto Llamas (Málaga, 1966) es un periodista curtido en su oficio que decide pasarse al campo de la ficción, algo habitual y nada extraño ya que ambas actividades son vasos comunicantes y no pocos argumentos novelescos se extraen de las noticias diarias. Como Juan Madrid, otro malagueño que se pateó las calles de España y medio mundo, su literatura tiene un pie hundido en la realidad. Alberto Llamas lleva diez años trabajando como redactor de información en Canal Sur TV y se ha especializado en informes relacionados con la corrupción urbanística y la violencia de género. Además ha estudiado en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba, en dónde Juan Madrid imparte clases de narrativa y guion. Es, además, un viajero impenitente que colabora de forma asidua en el suplemento El Viajero del diario El País. El asunto Melkano, publicado por la editorial Unomasuno, es su primera novela.
El libro empieza con una dedicatoria ciertamente inquietante. ¿Fue así? ¿Puedes explicarme un poco cómo se te ocurrió escribir El asunto Melkano?
Sí, es verdad que alguien me pidió que escribiera una novela (que luego se convirtió en “El asunto Melkano”) y luego murió dos días más tarde; quizá por pudor, o por reserva, es un tema del que prefiero no hablar. Sobre cómo surgió el libro: caminaba por una calle de mi barrio, de aceras estrechas, y, al levantar la vista, encuentro a un amigo al que hace tiempo que no veo. Me propone tomar un café y me pregunta qué me pareció el manuscrito de una novela suya que me había enviado por Internet. ”Se nota que has tardado muy poco en escribirla” –le comento–. “Creo que hubiera quedado mucho mejor si le dedicas más tiempo. ¿Es la única novela que has escrito?” “Bueno, hace muchos años escribí una novela policíaca. Pero la debo haber perdido en alguna de mis mudanzas, porque la he buscado y no la encuentro”. “Vaya, eso sería un argumento a su vez para otra historia policiaca –contesté en broma. –La búsqueda de la novela perdida…” Tres meses después tuve la oportunidad de disponer de un tiempo libre, una excedencia. Decidí intentar escribir una novela y como no tenía otra historia a mano, tomé ese punto de partida. Al principio me resultó difícil empezar a construir algo a partir de un comienzo así. Me planteaba: se busca la novela perdida en los armarios; si no se encuentra, se renuncia a ella, y fin de la historia. Había ahí también un elemento metaliterario: la búsqueda de una novela perdida /yo, como autor novel, buscando una novela… Aunque al desarrollar el argumento he intentado no darle mucha bola al rollo metaliterario, como fondo, en segundo plano, sigue funcionando.
¿Te ha ayudado en alguna forma tu oficio de periodista a la hora de redactar la novela?
¿Si me ha ayudado mi oficio de periodista? Sí, por supuesto. Mi oficio me ha permitido conocer lugares de mi ciudad a los que nunca hubiera accedido, tanto a los más marginales, como a los lugares de poder, escenarios de crímenes…En el estilo de las descripciones y diálogos creo que se suman las técnicas de periodista (describir lo significativo) con las técnicas de los autores que me gustan como lector.
Llama la atención a un lector de novela negra la personalidad nada glamurosa del protagonista Mario Medina, muy alejado de los estereotipos que se tienen de los detectives, por la influencia del cine y la literatura negra norteamericanos. Es una persona normal y corriente, que vive con su madre, no es muy seductor, no tiene adicción al alcohol ni otras sustancias tan vinculadas al género negro, ni lleva pistola ni es muy violento. Este personaje tan realista se agradece. ¿Podrías comentarme un poco de dónde lo sacas y por qué es así?
¿Por qué dibujo así a Mario Medina? Quise que mi protagonista fuera detective y no policía porque así lo colocaba en una posición más débil, y a la vez con más margen de movimiento. Me interesaba que, a partir de un determinado momento, siguiera investigando no por obligación sino como una pasión o cabezonería propia que le podía traer más problemas que otra cosa. Obviamente yo no soy detective, ni puedo presumir de saber muchísimo sobre esa profesión. Apenas he mantenido tres encuentros con detectives para que me cuenten cosas sobre su profesión. Por eso no quería que mi protagonista fuese el típico detective que se las sabe todas: si yo, como autor, puedo equivocarme en cuanto a técnicas de investigación, esto queda más respaldado si el personaje es un detective novato, que también puede equivocarse. En cuanto tuve esto claro, me di cuenta de que podía hacer también una “novela de iniciación”. Conforme Mario Medina investiga la desaparición de la novela, también va investigando sobre la vida de su cliente, Eladio Struber, y a la vez va aprendiendo sobre otras posibles formas de vivir y de relacionarse con los demás. Mario no para de aprender, y eso quizá es el eje de la novela. Todo lo que aparece está ahí para que Mario vaya aprendiendo sobre la vida. Al final, claro, también le servirá para descubrir a los asesinos y todos los chanchullos y traiciones que se encuentran repartidas por la trama. Pero, sobre todo, es importante para el proceso de evolución al que asistimos hasta la última página. En cuanto al carácter de Mario, se fue haciendo a sí mismo en la escritura: hiperresponsable, pero a la vez su bisoñez le hace cometer imprudencias; muy encerrado en su forma de vida, pero a la vez deseoso de conocer muchas cosas nuevas; cabezota, pero poco, o nada, violento. Quizá poco seductor al principio, pero buscándose…
La intriga de la novela gira en torno a la desaparición de un misterioso manuscrito que denuncia especulación inmobiliaria y la destrucción de un tesoro arquitectónico subterráneo en la ciudad de Málaga. ¿Te has inspirado para ello en un asunto real?
En la trama de “El asunto Melkano” no me he inspirado en ningún suceso real. Lo que refleja el libro perdido y provoca la reacción de algunos es algo que inventé después de varios meses documentándome. Sí creo que es algo verosímil, teniendo en cuenta la historia y las características geológicas de la ciudad. Por eso mucha gente me ha preguntado si es real el expolio que cuento. De momento, mientras no se descubra nada en esa zona de Málaga, la historia es simplemente fruto de la imaginación, algo que podría haber ocurrido (y quizá haya ocurrido). Pero elegir este tipo de argumento sí se basa en algo, por desgracia, muy real: el exterminio de barrios históricos en esta ciudad desde los años 70 hasta hoy día. Lo antiguo, lo tradicional, se considera algo sin valor. Para preservar un edificio del s. XVII se considera que tiene que tener grandes valores arquitectónicos (hace poco se derribó un caserón de esta época en el centro “para facilitar el paso de camiones a un mercado provisional”). La falta de valoración de la ciudad del pasado, y la que todavía subsiste, es una constante que todavía no se ha podido corregir en esta urbe tan abierta, cosmopolita e indolente
La novela está muy bien construida, tiene una arquitectura impecable. ¿Eres un escritor que planificas desde un principio la novela y sabe exactamente a dónde quiere llegar o te dejas llevar por la improvisación?
“El asunto Melkano” es mi primera novela. Al empezar, no sabía si sería capaz de concluirla. Elaborar mucho el argumento fue una forma de crear una “red de salvación” frente a posibles bajones de ánimo o de seguridad en mi escritura. Sí que soy partidario de elaborar un argumento y realizar una investigación antes de ponerme a escribir el primer borrador. Y es verdad que anduve midiendo las piezas, viendo cuál funcionaba y cuál no. En la siguiente novela que estoy escribiendo, también hay una trama elaborada previamente, pero quizá la sigo con más libertad. En cualquier caso, hay aspectos de “El asunto Melkano” que fueron surgiendo durante la escritura; e incluso algunos son posteriores al primer borrador.
A la hora de dibujar a tus personajes secundarios, ¿te inspiras en gente que ya conoces o son completamente inventados?
Los personajes son para mi algo muy importante. Considero que en “El asunto Melkano” hay diez o quince personajes importantes, que he intentado construir desde abajo, imaginar un aspecto físico, una infancia, una forma de hablar… Ninguno de ellos está basado en nadie que conozco. Puede haber algún detalle basado en algo que vi. Por ejemplo, el peinado de Pilar Piñeiro en forma de helecho creo recordar que tiene que ver con el que le vi a una mujer que circulaba en un coche en paralelo al mío. Solo son reales dos personajes episódicos, que casi no tienen diálogos y no influyen mucho en el desarrollo de la trama.
No sé si eres aficionado a la novela negra, o lo serás a partir de esta feliz incursión en el género. Si es así, ¿cuáles son los autores de novela negra que más te han atrapado a lo largo de tus lecturas y por qué?
Autores de novela negra que me han gustado: hace quince o veinte años leí a Walter Mosley y me gustó mucho. Un poco después llegó a mis manos “Aqua alta” de Donna Leon, y me apasioné con ella. Hace cuatro años, Donna me dio un curso en Santander y pude conocer su carácter divertido, disfrutón, agudo y cariñoso (también me dio algunos consejos para el libro que estaba comenzando). Por supuesto, me ha influido Vázquez Montalbán. También me han gustado algunos libros de Ian Rankin, Daniel Pennac, Tana French, Jeb Rubenfeld, Petros Markaris… Los libros demasiado sangrientos como los de Dennis Lehane o John Connolly no me resultan tan cercanos. Claro que también me gustan los clásicos como Dashiell Hammett o Raymond Chandler. Y me encanta Leonardo Sciascia, por lo sutil de sus tramas, la calidad de sus descripciones y diálogos.
Periodismo y ficción son vasos comunicantes. Hay muchos autores de ficción que vienen del campo del periodismo, y a la inversa. ¿La realidad nos da suficientes argumentos?
Por supuesto que la realidad nos da muchos argumentos para novela negra. Y anoto en mi cabeza, o fotocopio y guardo en una carpeta, algunas de estas historias, que luego se irán mezclando de forma imperceptible para crear mis personajes y sucesos de ficción. El periodismo cuenta historias; la ficción también. Quizá la única diferencia entre la ficción y el periodismo literario (Manuel Rivas, Ryszard Kapucinski, Leila Guerriero, Gay Talese…) sea que en estos últimos los hechos han de ser reales.
Imagino que quieres dar continuidad a tu carrera literaria tras este bautizo. ¿Tienes ya algún proyecto entre manos?
Después de escribir “El asunto Melkano”, me puse a escribir un libro de no-ficción que se llama “Taxi al desierto”: cuenta un lento viaje desde Andalucía hasta Senegal por tierra, con transportes locales, atravesando el Sahara ocupado por Marruecos, cruzando a Mauritania, internándome en el desierto, luego Senegal… El objetivo del libro (y del viaje que hice poco antes) es investigar si es posible cruzar hasta el África subsahariana con una pequeña mochila y solo usando transportes locales, taxis colectivos, autoestop, pequeños tramos a pie, barcos… Ir reflejando cómo va cambiando el paisaje, la forma de vida, la cultura, la situación política, mostrar a los extraños y sugerentes personajes que uno va conociendo. Todavía no hemos empezado a mover este libro por las editoriales, así que si alguien conoce a un editor dispuesto, estaría bien que nos lo presentara y que le echara un vistazo al texto. Y en estos momentos estoy escribiendo una novela más centrada en lo que está pasando en España y en otras partes del mundo. Como otros autores, no me quiero quedar sin escribir sobre los retos a los que nos está llevando la crisis.
¿Qué quieres conseguir con tu literatura? ¿Escribes para los posibles lectores o simplemente estás escribiendo por el placer de escribir?
¿Qué quiero conseguir con mi escritura? En primer lugar, abordar el reto que me hago a mí mismo con cada nuevo argumento; disfrutar el escribir; afrontar las dificultades y disfrutar el alivio o la alegría cuando consigo sortearlas; ver adónde me lleva esa historia, que saco de ella; también seguir aprendiendo a narrar, a describir, a dialogar; jugar; aprender sobre determinados aspectos del mundo y sobre mí mismo. Por supuesto, también pienso en los lectores, de qué forma captar su atención, qué tipo de libro me gustaría leer; cómo construir el suspense… Una vez terminado el borrador, no tengo de momento inconvenientes en hacer caso a algunas sugerencias de mi agente o mi editor para que el libro funcione mejor.
¿Qué sensación tienes al participar en un evento de la importancia de BCNegra? ¿Qué opinas de la novela negra en general y cuál crees que es su función? ¿Cómo explicas el resurgimiento de un género que hasta hace poco estaba muy denostado por los críticos literarios que ahora lo ensalzan?
Me encanta participar en un evento como la “BCNegra”. Hace tres años conocí la semana de novela negra de Barcelona y la disfruté mucho. Considero que en ella se crean espacios idóneos para debatir y conocer sobre este tipo de libros. También conocí a Paco Camarasa y a Montse Clavé, de la librería “Negra y Criminal”: me encanta su pasión por lo que hacen y la pasión que nos transmiten a los demás. Para mí la “BCNegra” es el mejor escaparate que podía encontrar para mi libro. ¿Qué opino sobre la novela negra? Como lector es un género que me gusta mucho. Me parece el ideal para describir una sociedad en un determinado momento histórico. La novela negra, por su naturaleza, permite cambiar de escenarios, crear inquietud, describir de forma precisa (y a la vez sugerir consecuencias inciertas de estas descripciones y diálogos). También, paradójicamente, me parece un género que puede darnos ánimos en tiempos difíciles: se producen crímenes, hay corrupción, las cosas no van como deben, pero al mismo tiempo hay alguien, el investigador, que trabaja para que las cosas mejoren.
¿Conoces personalmente a autores de género negro españoles?
Conozco personalmente a pocos autores españoles de novela negra. En la “BCNegra” de hace unos años conocí a Rosa Ribas y leí su novela “Con anuncio”, que me gustó mucho. En esta “BCNegra” he conocido a Albert Gasull, arquitecto y novelista, cuyo libro no he leído porque todavía no está editado en catalán. También pude hablar con el maestro Andreu Martín, cuya simpatía y cultura resultan deliciosas.
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