ESPAÑA YA TIENE GOBIERNO

España ya tiene gobierno. El voto de 11.108.034 personas ha podido frente al de 12.055.883 personas que no votaron a los partidos de los señores Rajoy y Rivera y la señora Oramas y al de 10.435.955 que decidieron abstenerse.

En las sucesivas campañas electorales de diciembre y junio, había, aparentemente, un enemigo común: las políticas económicas y sociales del señor Rajoy y la corrupción que salpicaba a este partido, aunque otros también tienen su cloaca de corrupción, como en Andalucía y Cataluña; pues bien, frente a ese enemigo aparente no ha sido posible un acuerdo para desbancarles del gobierno. La responsabilidad ¿a quién corresponde?;  corresponde a todos los que antepusieron sus opciones de entrar en el gobierno antes que a un programa de cambio, a quienes vetaron acuerdos con otras fuerzas por imponer unas líneas rojas que imposibilitaban cualquier acuerdo, a quienes prefirieron pensar, prioritariamente, en la consolidación de su liderazgo en su partido y, sobre todos ellos, al poder real que, a través del señor González, el grupo Prisa y otros, de manera más subliminal –como siempre-, terminaron convirtiendo al Comité Federal del PSOE en lo más parecido a Groucho Marx: “estos son mis principios pero si no les gustan tengo otros”.

La conclusión es que el próximo gobierno lo presidirá el señor Rajoy y las políticas de recortes que aplicó mientras tuvo mayoría absoluta se mantendrán, quizás se maticen, pero su esencia no variará sustancialmente.

Ahora nos quieren vender que desde la oposición parlamentaria se pueden condicionar las políticas del gobierno de señor Rajoy, ocultando que el gobierno mantiene un as en la manga que nadie de la oposición, salvo, quizás, Unidos Podemos, querría que se  utilizase, y ese as no es otro que la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones, que conforme al artículo 115.3 de la Constitución y a las circunstancias transcurridas, no podría ser antes del próximo 3 de mayo de 2017.

Conclusión: han ganado los de siempre y como siempre. La desigualdad social, la contratación laboral precaria, los salarios disminuidos, los recortes en educación, sanidad, investigación, pensiones, empleo público, derechos sociales, derechos laborales, siguen esperando en el cuarto oscuro de la recuperación económica que nos quiere vender el gobierno; recuperación que pueden visibilizar en las cifras macroeconómicas pero que en las cifras microeconómicas, las que los ciudadanos viven día a día, no existen.

En la legislación actual ya se han instalado las medidas que retrasan y gravan el acceso a la jubilación, las medidas que dificultan las ayudas a los desempleados, la reducción de ingresos a la Seguridad Social por falta de calidad del trabajo y por la bajada del salario del trabajador, las medidas que permiten que un sueldo no sea suficiente para vivir o que siga habiendo demasiadas familias sin ningún tipo de ingreso, o demasiados desempleados sin ningún tipo de cobertura social.

Y, entretanto, unos buscan la luz de la salida del negro túnel en el que han entrado tras el bochornoso espectáculo de una abstención parlamentaria sin condiciones, otros discuten sobre si deben meter miedo o mejor disfrazarse y parecer lo que dicen no quieren ser, otros defienden posiciones numantinas en sus reivindicaciones nacionalistas, otros quieren estar y les da igual con quien, si con el PSOE no cuaja pues con el PP, el caso es estar y aparecer, como en sus alianzas autonómicas y municipales, ora con Cifuentes ora con Susana Díaz , a propósito, ¿recuerdan ustedes que rompió su acuerdo parlamentario con Izquierda Unida cuando esta formación denunciaba su incumplimiento y convocó nuevas elecciones para echarse en los brazos de Ciudadanos?, ¡caray con la esperanza blanca del socialismo!; y si esto es así, ¿no será que las diferencias entre estos tres partidos no son demasiado significativas?.

Al final uno piensa que para este viaje, al mismo punto de inicio, no habrían hecho falta tantas alforjas, de elecciones, campañas electorales y gobiernos en funciones.