Está en la web
Por Paloma Rodera , 4 febrero, 2014
Un Ministerio, la universidad, Hacienda,… En todos estos lugares y otros muchos más en los que se implican secretarías, papeleos, ventanillas y burocracias varias ocurre que hemos perdido. Hemos perdido el trato personal, la posibilidad de hablar con otra persona que te explique, que atienda tus dudas. Las hemos sustituido por ceros y unos colocados de forma bonita.
En mi larga lista de años como estudiante he ido sufriendo la evolución de poder hablar con secretarias más o menos dispuestas a contarte los secretos de hacer una matrícula, las posibilidades de elección de asignaturas o los accesos a becas. En estos últimos años las matrículas se hacen por internet, y las sedes físicas de la burocracia empiezan a dejar de tener sentido.
Hace unas semanas fui a un banco porque quería abrir una cuenta. Estuve solo unos minutos, la cuenta tenía que abrirse por internet. Preparando parte de mi actual investigación de doctorado necesitaba unos planos de edificios emblemáticos de Madrid. Intenté concertar una cita previa llamando al teléfono que encontré. Después de hilos musicales varios y contestadores automáticos conseguí comunicarme con una voz en directo al otro lado del teléfono, que me explicó que encontraría todo lo que necesitaba en la página web. Todos los papeles, entradas, panfletos, catálogos, revistas y demás objetos con cierto valor, que acaban en un cajón de recuerdos ahora también son virtuales. Parte, la mayoría, de nuestra comunicación interpersonal se hace a través de unos ultrafinos aparatos electrónicos, que nos permiten saber más del otro que nunca, pero de algún modo perder el mirarnos a los ojos.
Pueden llamarme romántica o analógica, incluso nostálgica, pero, y aun viendo las grandes ventajas de la existencia de comunicaciones inmediatas de larga distancia y la red actual de viajes a escala mundial que facilitan el conocimiento de otras partes del globo, y posibilitan la información. Aún con todas las consabidas ventajas, de las que yo misma me beneficio, mi agenda es de papel para tachar, escribo alguna carta que otra, aunque cada vez sea más difícil encontrar buzones donde echarlas, y tiro fotos con una yashica que me dobla en años. La clave sigue siendo encontrar el equilibrio entre unas y otras, en utilizarlas del mejor modo posible según la tarea que nos ocupe. Sin detractar ninguna de ellas. Pero, por favor, no me digan: «está en la web».
Supongo que ésta es una parcialidad no fácil de disipar, pero prefiero ir a una ventanilla y que una persona me cuente aquello que puedo leer tranquilamente en la pantalla de mi ordenador de una manera más interactiva, de una manera real. Entre tanto, miren en la web, yo seguiré intentando que las burocracias respiren y sean de carne y hueso.
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