FASCISTAS

FASCISTAS

¿Pueden llamarse fascistas a los simpatizantes actuales de la extrema derecha? Sí, como se llaman cristianos a los creyentes de esa religión, cuyos primeros cimientos se echaron hace más de dos mil años. ¿Por qué fascista es un insulto y cristiano no? Porque los fascistas perdieron la Segunda Guerra Mundial. ¿Hay más diferencias ideológicas y mentales entre un simpatizante de Vox y un seguidor de Mussolini, del periodo de entreguerras, que entre un cristiano de hoy y un cristiano del siglo I después de Cristo? No, de hecho hay menos diferencias.

¿Puede seguir hablándose de un fascismo histórico para referirse al del periodo de entreguerras? Sí, como puede seguir hablándose de un cristianismo primitivo para referirse al de los siglos I-III después de Cristo, antes de Constantino y Teodosio. ¿Puede caracterizarse este fascismo histórico para compararlo con el actual? Sí, pueden señalarse los siguientes rasgos compartidos por ambos:

Primero, la exaltación del propio grupo, nación, patria, frente al extranjero, inmigrantes.

Segundo, la frustración y el fracaso personal, subsumidos y resueltos en la exaltación y la grandeza de la nación, del propio grupo. 

Tercero, un fuerte componente generacional: los excombatientes de la gran guerra y los jóvenes (y no tan jóvenes) frustrados de hoy, sin vivienda, sin trabajo, sin futuro. 

Cuarto, la búsqueda de un líder fuerte e intachable.

Cinco, la cultura de la violencia. 

Seis, un diagnóstico simple para problemas complejos. Toda la culpa es de los inmigrantes y de la cultura woke, feministas, izquierdistas de salón, etc.

Siete, la guerra cultural. 

¿Hay rasgos del fascismo histórico que pueden aún incorporarse a los fascismos actuales? Sí, fundamentalmente dos: la violencia callejera ejercida por grupos paramilitares del partido fascista, ante la actitud benevolente (y colaboradora), del aparato del Estado; y la pasividad risueña de amplios estratos de la sociedad civil.

Véase Donald Trump y las patrullas que detienen inmigrantes en las calles de los Estados Unidos, sin orden judicial. 

La historia no se repite: vuelve cambiada, como las crisis históricas.

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