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Feliz Navidad Cósmica

Por Oscar M. Prieto , 24 diciembre, 2014

Queridos míos,

hablemos claro de una vez. Creo que la mayoría de nuestros problemas, de lo que consideramos problemas, derivan de una asombrosa falta de perspectiva. Andamos por el mundo como burros –Dios los acoja en su gloria, este año que Platero ha cumplido 100 años- con las anteojeras puestas, ignorando todo lo que nos rodea y así, atendiendo sólo a la zanahoria que tenemos delante y escocidos por el palo que nos azuza por detrás, es complicado comprender y dotar de sentido. Nos falta perspectiva, tener una perspectiva cósmica de cómo hemos llegado hasta aquí.

Todo el mundo lo sabe, pero parece que nadie se atreve a decirlo: si el sol se hubiera casado, nos estaríamos aquí. Si estamos aquí es porque en el momento en que le tocó elegir, el sol, nuestro sol, eligió ser estrella soltera y gracias a esto nosotros hemos sido invitados a este baile estelar. De haberse convertido en sistema con otra estrella, la órbita que hubieran descrito los planetas a su alrededor hubiera sido la de un ocho tumbado y entonces, nosotros no estaríamos aquí. Era necesario que giráramos en órbitas elípticas en torno al sol solitario.

Para que nosotros hayamos llegado a estar aquí, ha sido necesario “un ancho espacio y un largo tiempo”. Y cogida así, la función ya por la mitad –después del big-bang, la expansión, la entropía disparada, la formación de las galaxias, …- justo cuando ya se están formando los planetas de nuestro sistema, si la Tierra hubiera tenido otro tamaño, nosotros no estaríamos aquí. Si hubiera sido más grande, giraríamos demasiado alejados del sol, si más pequeña, demasiado cerca, sólo y justo con su tamaño, giramos con la precisión del lugar adecuado –entre Marte y Venus-, que permite la vida.

Su tamaño también permitió la formación de la atmósfera –la gravedad no dejaba escapar determinados gases- y ésta, al parecer, con su mezcla de gases, propició la aparición de ciertos vegetales.

Qué habremos de decir de nuestra luna enamorada, que parece que se va, pero nunca se marcha. Sin la luna, ni otoño ni verano, ni invierno ni tampoco primavera, sin la luna, no tendrían excusa los lunáticos y el mar no tendría mareas.

Continentes desplazándose, chocando y levantando cordilleras, volcanes en constante erupción hasta dar con la temperatura, océanos, cubriendo y descubriendo, glaciales, hielos y deshielos, el tiempo por aquella todavía se medía en eras y no en horas, ¿Qué era es, le preguntaba un ser unicelular, bacteria, a otra cuando se cruzaban? ¿Qué era es?

Quiero decir, amigos míos, por no despertar a Darwin y sacarlo de la cama – le gusta dormir la mañanada- que para que nosotros, cada uno de nosotros, hayamos llegado a estar aquí, seamos lo que somos, han tenido que entrar en juego todas las fuerzas de la naturaleza, desde las más grandes hasta las más pequeñas, agujeros negros y neutrones, todos ellos han participado para que nosotros estemos hoy aquí.

“Solsticios y equinoccios alumbraron

Con su cambiante luz, su vario cielo,

El viaje milenario de mi carne

Trepando por los siglos y los huesos”

Cuento todo esto porque creo que no nos damos cuenta de lo valiosos que somos cada uno, del tiempo, la energía y la materia que ha sido necesaria para darnos la luz. Si el valor de una joya se mide por las horas que requirió el orfebre para realizarla y por los materiales de los que está hecha, los seres humanos somos joya entre las joyas, hechos de polvo de estrellas a lo largo de eras y más eras, de tiempo sin memoria, de años luz.

El universo nos ha destilado, somos su resultado, de muchísimos grados, deberíamos andar por la vida ebrios de felicidad sabiendo esto y sin embargo, perdemos el tiempo, añadiendo baratijas de poco valor a lo que de por sí ya vale tanto.

La vida de cada uno de nosotros vale más que todos los metales de la Tierra.

Este es lo que os deseo esta Navidad, que os sintáis orgullosos, alegres de ser lo que sois, que os respetéis por lo que sois, y en esa misma medida, respetéis y valoréis a los demás, que améis a vuestros semejantes y a cada criatura, que nunca mancilléis la dignidad de ser seres humanos.

¡Feliz Navidad¡

Un abrazo

Salud

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