Firma como Marta y me dice esto.
Por Rafa Caunedo , 7 junio, 2017
Abrir el correo electrónico y leer cosas así son las que me confirman que las emociones siguen siendo la vía de comunicación y conexión entre personas más potente que hay.
Firma como Marta y me dice esto:
A estas alturas de la vida, desgraciadamente muchos hemos vivido y sufrido situaciones dramáticas de degeneración y muerte irreversible de algún ser querido, no forzosamente de la terrible enfermedad que es la ELA, pero sí de otras igualmente mortíferas e implacables.
Tu libro me ha removido muchos momentos pasados, en otro contexto diferente pero similar al fin y al cabo.
De lo importante que es la intendencia y organización en toda enfermedad de este tipo; de lo difícil que es comunicarse con el enfermo que se aísla llevando como puede su propio proceso de rebeldía, de rabia o de aceptación y al que, aunque quieras, jamás podrás comprender ya que nadie puede entender lo que se debe sentir cuando se sabe con fecha cierta y segura que llega la muerte; de la fortaleza que puede surgir de cualquier persona, incluso de aquellas en las que no creías que la tuvieran; de la profunda generosidad de mucha gente anónima; del cambio general de actitud en el entorno y de sus miradas de pena…
He avanzado por el libro con facilidad, a ritmo vertiginoso, como siguiendo el rápido proceso que ella marca en todo momento, eso sí, sin drama en exceso, lo cual es de agradecer, pero reconociendo sensaciones, situaciones y sobre todo sentimientos no expresados, velados por el pudor y la autocensura que en esos momentos nos imponemos por respeto y quizás también por miedo a dañar a la persona que realmente es protagonista del drama que sin embargo salpica a todos a su alrededor. –
Un libro precioso, un tema duro pero necesario abordarlo y dar voz a la situación que afrontan, no sólo los propios enfermos sino todo su entorno y que desgraciadamente, como en tantos otros temas, comprobamos a diario la falta total de sensibilidad que genera en los poderes públicos que podrían ayudar a que todo fuera un poco menos terrible.
Y sin embargo, agradecerte momentos de esperanza, de guiños a la vida que se dan a lo largo del libro a través de muchos de los personajes, incluso en el propio Santiago, si bien los momentos compartidos con su hija son, para mí, aquellos en los que realmente aflora todo lo bonito de la vida y del amor.-
Gracias por escribirlo.-
Marta
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