El futuro de las energías renovables pasa por el mar
Por José Julián Martín , 25 mayo, 2015
Los océanos de la tierra guardan una capacidad de generación energética muy importante. Sobre el papel, se puede obtener energía de las corrientes oceánicas, de los gradientes de salinidad, de las diferencias de temperatura a diferentes profundidades, de las mareas y de las olas.
España, por su particular orografía, es uno de los países europeos con mayor potencial en cuanto a la explotación de la energía marina. Según un estudio de Idae (Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético) Galicia presenta los valores de potencial más elevado, con potencias medias en profundidades indefinidas entre 40-45 kW/m, con el Cantábrico en segundo lugar, con alrededor de 30 kW/m, y la costa norte canaria con unos 20 kW/M, mientras que el Mediterráneo y el golfo de Cádiz presentan valores medios anuales menores a 10 kW/m.
Según las previsiones nacionales, recogidas en un informe de ‘Invest in Spain’ del Ministerio de Economía y Competitividad, la energía undimotriz (olas), comparada con otras fuentes tradicionales, podría ser comercialmente competitiva en 2026.
Las tres principales ventajas de la energía de origen marino son el hecho de que no genera emisiones ni deshechos (limpia), no produce explosiones ni combustiones (segura) y que su materia prima es muy abundante y de sencillo acceso (barata).
Por contra, sus principales inconvenientes son su impacto visual sobre el paisaje costero, el elevado precio del cableado hasta tierra (inversión inicial), la alta corrosión provocada por la salinidad (mantenimiento), los posibles riesgos para la navegación y los eventuales impactos ecológicos en flora y fauna del cableado o los anclajes.
Una de las soluciones técnicas que mejor evita estos inconvenientes son las boyas, pues al estar sumergidas son más seguras para la navegación, su impacto ambiental es menor y durarían más que otras propuestas.
En este sentido la firma española Iberdola trabajó en su propio proyecto en Santoña desde 2008 a 2013, donde se instaló la primera boya de estas características de Europa. Sin embargo, el proyecto sufrió diversos avatares y terminó por ser abandonado.
Ahora, la eléctrica española comparte el “Proyecto HiWave” junto a la empresa sueca CorPower Ocean y en el que también participa el centro portugués de investigación marina WaveEc. Su presupuesto ronda los 15 millones de euros, por lo que se trata de una de las iniciativas europeas más relevantes en el ámbito de las energías marinas.
Por otro lado, desde julio de 2011, España posee la primera planta mareomotriz comercial del mundo con 16 turbinas capaces de producir 600.000 kWh anuales en Mutriku (Guipúzcoa) desarrollada por el Ente Vasco de la Energía (EVE).
La ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, ha subrayado recientemente que “la lucha contra el cambio climático no supone un freno al crecimiento económico sino que, muy al contrario, va a ser la base para un desarrollo sostenido y sólido para el futuro”. Además, ha asegurado que los países y las empresas que lideren la transformación hacia una economía baja en carbono “serán los más beneficiados de las oportunidades que supone la economía verde”.
Según los últimos datos disponibles (2014) un 43% de toda la energía eléctrica generada en España provenía ya de renovables (hidroeléctrica, eólica, fotovoltaica, biomasa y solar), pero ¿es suficiente con eso o debemos dar un paso más? El mar espera su oportunidad.
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