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Get up and fight!

Por Fran Vega , 8 junio, 2016

Get up and fight

Sonny Liston. Es el hombre que está tumbado en la lona, al que Muhammad Alí —ya nunca más sería Cassius Clay— acaba de alcanzar con un golpe de izquierda y le grita: Get up and fight! Levántate y pelea. Era el 25 de mayo de 1965, estaba en juego el título de campeón del mundo de los pesos pesados y solo habían transcurrido dos minutos y doce segundos desde el inicio del combate. Una derrota heroica.
Levántate y pelea. Sonny Liston observa a su rival, que se sabe ya triunfador. Y mientras el árbitro cuenta los diez segundos decisivos, él piensa, calcula y comprende.
Uno, dos, tres… Get up and fight!… ¿Levantarme? ¿Pelear?… cuatro, cinco… Para qué levantarme y seguir luchando, vas a ganarme en este asalto o quizá en el siguiente… seis, siete… Get up and fight!… Me partirás la nariz y me abrirás las cejas, saldré sangrando de aquí y tal vez muerto o malherido… ocho, nueve… Get up and fight!… No voy a seguir, no dejaré que me destroces, no voy a permitir que acabes conmigo… Get up and fight!… Grita, triunfa y gana, llévate la gloria, déjame caído en la derrota y vence… ¡Diez!… Grita, triunfa y vence.
Desde que el golpe de Alí ha alcanzado su rostro, Sonny Liston sabe que ha perdido. Pero no ha necesitado diez segundos para comprender que el grito del campeón es solo el reconocimiento de su victoria, la invocación de un triunfo que aún quisiera prolongar durante cuatro o cinco asaltos para hacer más meritorio el campeonato.
Sonny Liston no le da esa oportunidad. Se mantiene tumbado en la lona, escucha la sucesión de segundos y espera. Espera porque ya ha perdido y porque levantarse sería perder aún más. Espera porque entiende que hay un instante perfecto en la vida en el que ya no hay que seguir luchando. Y esperará después a que todo forme parte del olvido.
Get up and fight! No. Ya he peleado bastante. Ya he sido campeón del mundo. Ya ha sido suficiente. Te dejo en pie sobre la lona y nunca más me vencerás. I am the greatest! No. De los dos, yo soy ahora el más grande, porque tengo el valor y la constancia que las grandes derrotas requieren y exigen.

Sonny Liston, que había sido campeón del mundo en 1962 tras noquear también en el primer asalto a Floyd Patterson, se levantó después de doce segundos. Algunos dijeron que el árbitro había contado demasiado rápido; otros, que había recibido en su rostro el golpe perfecto. Murió cinco años después en extrañas circunstancias. Algunos dijeron que la mafia le había ajustado las cuentas tras haberse negado a un tongo en su último combate contra Chuck Wepner, al que Liston destrozó la cara.
Tenía 38 años. Y se había permitido el lujo de dejar que Muhammad Alí siguiera gritando sobre la lona: Get up and fight!

Fran Vega
https://cronicasdelhelesponto.wordpress.com/

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