Grecia y los administradores de la catástrofe
Por Carlos Almira , 28 junio, 2015
El Parlamento de Atenas acaba de convocar un referéndum para el domingo próximo (5 de julio), con el objeto de que los ciudadanos griegos se pronuncien sobre las condiciones a las que quieren someter al país sus supuestos acreedores internacionales. Para esa fecha lo más probable es que Grecia ya haya entrado en suspensión de pagos y, presumiblemente, salido del euro. Quienes han decidido ya este escenario, in extremis, querrán administrarlo también y encaminarlo en el sentido más favorable a sus intereses. Por ejemplo, querrán:
1. Que Grecia salga del euro pero que permanezca en la U.E. y en la OTAN.
2. Que, una vez adoptado el dracma, la economía griega se oriente a las exportaciones, a costa del consumo interno, con recortes de gasto público, y aprovechando la nueva moneda muy devaluada, para reembolsar en las mejores condiciones posibles y cuanto antes, el capital y los intereses, durante los próximos, largos y oscuros meses y años que aguardan a los griegos, a sus acreedores.
3. Que los especuladores internacionales no aprovechen la ocasión para atacar en los mercados de divisas al euro, provocando un efecto de contagio a toda la economía de la U.E. o, incluso, una nueva crisis financiera mundial. Eso sí, supongo que no les parecerá mal que aprovechen la coyuntura para especular, siempre que el daño se circunscriba a los países del sur de Europa (los “cerdos” de la U.E. como alguien nos llamó en su día).
4. Que Grecia, y acaso Italia, Portugal, España, aprendan para siempre la lección de que, la alternativa al poder de los mercados es la ruina y la catástrofe, y se den cuenta de una vez quién debe mandar y quién debe obedecer, y por qué.
Este escenario, ideal para quienes se disponen ya a administrar la catástrofe griega, debería ir dibujándose de un modo muy distinto en bien, no sólo de los griegos sino de todos los ciudadanos europeos, que rechazamos la primacía de los mercados sobre los parlamentos y los pueblos. Debería ser así:
1. Que Grecia abandone no sólo la eurozona (eurolandia), sino también la U.E. y la OTAN.
2. Que una vez adoptado el dracma, reestructure toda su economía en un sentido intervencionista y proteccionista, contra las indicaciones de la OMC, potenciando la economía real y protegiendo a su población de los llamados mercados.
3. Que los especuladores internacionales aprovechen la ocasión para atacar especulativamente, a fondo, no sólo al euro sino también al dólar USA (y si fuese posible, la libra esterlina), desempeñando, siquiera sea tardíamente, el papel histórico que Marx previó para la burguesía: cavar, en pro de sus intereses, su propia sepultura.
4. Que los ciudadanos de Europa, y especialmente del sur, aprendan la lección de la catástrofe griega y se lancen a una oleada de protestas contra las instituciones europeas e internacionales, cuyo único objetivo es empeorar cada vez más, nuestras condiciones de vida para favorecer a una ínfima minoría de personas.
Si este segundo escenario se va imponiendo, frente al primero, contra los gestores de la catástrofe, puede que ésta acabe teniendo algún sentido para los pueblos de Europa. En cuestión de pocos meses, semanas, puede que nos estemos jugando el futuro de generaciones.
«Honor a aquellos que en sus vidas
custodian y defienden las Termópilas» (K. Kavafis)
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