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Hablemos de fútbol

Por Salvador Gutiérrez Solís , 27 enero, 2014

Soy de esos que se traga un Bolivia-Ghana en un Mundial a las tres y media de la tarde, verano en su esplendor, gazpacho en el gaznate y demás adversidades, y hasta puede que no sea necesaria la plataforma todopoderosa del Mundial. Como dice esa canción de verbena y pandereta, me gusta el fútbol. Sí, lo confieso. Me gusta verlo en el campo, frente a la pantalla de la televisión, escucharlo por la radio, seguirlo por una edición digital, tuitearlo, y, sobre todo, me gusta y me encanta hablar de fútbol.

Puede que el fútbol, ese deporte simple, que se juega con los pies, once contra once si el de negro no ordena lo contrario, sea una metáfora de la vida, o una panorámica alquilada de nuestros sueños por cumplir, quién sabe. Cansino y épico, emocionante y previsible, agónico y triunfal, gasolina de origen desconocido que calienta la caldera de las emociones más profundas y escondidas. Lluvia de estrellas, alcantarillas por explorar, la pasión del recreo que se inyecta en las gradas de un estadio abarrotado. Tampoco diseccionemos con tanta ansia y detalle al insecto, y disfrutemos de su vuelo, cuando toque, y sobrevivamos a sus picaduras, que siempre llegan, que la noria no se detiene eternamente en las alturas.

Se suele decir que en España hay millones de entrenadores y seleccionadores potenciales con bastante sorna, incluso con desprecio, cuando puede que sea la realidad. Piénselo un instante, mi caso concreto por ejemplo, si sumara todas las horas que he pasado a lo largo de mi vida viendo partidos de fútbol, comentándolos, recordándolos, y las horas sumadas las hubiera dedicado a la arquitectura, la biología o la oceanografía, nadie pondría en duda mis conocimientos. Sería un reputado y –puede que- brillante profesional. Los masters, licenciaturas y demás diplomas –dignos o no de colgar en la pared- se me acumularían en el baúl de los méritos. Con esto no quiero decir que todos los futboleros seamos unos maldinis, pero sí es cierto que hay una cultura futbolística más que aceptable en nuestro país, y hasta sobresaliente en multitud de ocasiones. Tesón y horas, pasión y memoria.

El secreto de esta atracción por el fútbol la han tratado de explicar mil veces, y nos la seguirán explicando a lo largo de los años. Puede que todas las teorías cuenten con su parte de verdad, o no, qué más da. ¿Por qué explicarlo todo? Tome asiento, y disfrute, que el colegiado acaba de pitar el inicio del partido. Bolivia tiene en sus filas un lateral derecho que apunta maneras, ojo.

bolivia

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