¡Hasta siempre, Duquesa!
Por Esther Patrocinio , 21 noviembre, 2014
Adiós, Duque, y adiós Alba,
que voy como Clicie nueva,
adonde mi sol me lleva,
pues ser por amor me salva.
Adiós Tormes, que en presencia
de mi amor supiste tanto,
pues creciste con mi llanto,
mengua agora con mi ausencia.
(Las Batuecas del Duque de Alba, Lope de Vega)
Con esos versos escritos por Lope de Vega me despido de La Duquesa, con mayúsculas, Doña Cayetana Fitz-James Stuart. Por cosas de las raíces y el azar nací en una familia albense, de Alba de Tormes Villa Ducal y Teresiana en la provincia de Salamanca. Lo uno llevó a lo otro y cuando me plantearon el Proyecto Final de Master decidí hacer algo que sirviera a mi pueblo, así que me dediqué durante varios meses a investigar, leer y hacer mis prácticas en la Oficina de turismo municipal.
Apliqué lo que aprendí sobre gestión cultural, marketing y promoción turística para desarrollar un documento de unas 120 páginas. Coincidió con la fecha del V Centenario del Nacimiento del Gran Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo así que decidí presentar mi proyecto en la parte de ponencias libres de dicho congreso. Así fue como llegué a conocer a Doña Cayetana. Asistió a la clausura del congreso acompañada de su hijo Cayetano, Conde de Salvatierra (de Tormes). Yo temblaba como una hoja, bastante suponía dar una ponencia libre delante del ex-director del Museo del Prado, catedráticos como Carlos Martínez Shaw o Gregorio del Ser Quijano. Entonces llegó La Duquesa, sonriente, sencilla, alegre y cercana como una vecina más de Alba. Se fotografió con todo el que se acercó a ella; niños, adultos, ancianos con perros…entró en el teatro y nos ganó a todos con un: «¡Bienvenidos todos no digo nombres para no olvidarme de nadie!» Cuando al final de la Clausura se acercó personalmente a saludarnos yo aún temblaba y no sé cómo conseguí no hacerme un lío pensando si tenía que inclinar la cabeza o hacer una reverencia…sólo sé que le dí mi mano cuando me ofreció la suya, que me miró y no vi al personaje que retrataba la prensa rosa sino a una Señora y sus palabras se me quedaron grabadas: «He leído lo que has escrito y me ha gustado». Creo que balbuceé un gracias antes de que saludara a uno de los profesores invitados al Congreso. Ese día me sentí orgullosa del proyecto, sentí que finalmente había conseguido el primer objetivo que me propuse al empezarlo: que Alba de Tormes quedara vinculada a la Casa Ducal y que todos los albenses se sintieran orgullosos de la Torre y las ruinas arqueológicas que forman parte de la silueta de Alba de Tormes. Como decía mi maestro: Nunca olvides de dónde vienes para saber a dónde vas. Gracias, Duquesa y ¡Hasta siempre!
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