Hormonadas
Por Beatriz Obeso , 7 noviembre, 2016
Durante estas últimas semanas se ha estado hablando bastante sobre los anticonceptivos masculinos a raíz de la aparición de una nueva inyección anticonceptiva hormonal para los hombres que previene eficazmente el embarazo en sus parejas mujeres.
Sin ponernos muy técnicos, esencialmente las inyecciones, que se administraban cada ocho semanas, estaban compuestas por testosterona sintética y un derivado de las hormonas femeninas progesterona y estrógeno. Lo que sí es destacable es que se trata de un método anticonceptivo que fue eficaz en el 96% de los usuarios (prácticamente el mismo porcentaje de eficacia que presenta el condón masculino 88-96%), y sin embargo el estudio de este medicamento se detuvo por los efectos secundarios que tuvo en algunos pacientes. Concretando, se ha retirado el estudio de este anticonceptivo porque el 3% de los hombres presentaron síntomas de depresión. Sé exactamente lo que estáis pensando.
La píldora anticonceptiva femenina presenta numerosos efectos secundarios que varían desde dolores intensos y continuos de cabeza, náuseas, disminución del deseo sexual hasta el más común de todos, efectivamente, síntomas de depresión. Con esto que estoy diciendo no estoy descubriendo el Mediterráneo a nadie, sin embargo hasta hace bien poco los síntomas de depresión derivados del uso de la píldora anticonceptiva femenina se atribuían simplemente al hecho de que nosotras las mujeres somos “criaturas hormonales”, así que no tenía sentido darle más vueltas al asunto, ya que el beneficio obtenido de su uso es innegable, y por supuesto alguien tiene que sacrificarse.
Tanto la píldora anticonceptiva femenina como las inyecciones anticonceptivas masculinas son medicamentos. Sabemos que prácticamente todos los medicamentos tienen efectos secundarios, muchos que afectan a los estados de ánimo, y aun así los seguimos tomando por el beneficio que nos reportan. Mi pregunta entonces es, ¿de verdad es imposible tan si quiera pensar que el estudio siguiese hacia delante, a pesar de presentar algún efecto secundario como, por otro lado, era de esperar? Desde luego no parece ni de lejos que haya la misma preocupación hacia los métodos anticonceptivos hormonales exclusivos para las mujeres, y así mantenemos que toda la responsabilidad caiga sobre nosotras. Que ya sabemos cómo va esto, si no te quieres preocupar, que si es más cómodo, que así te aseguras no llevarte ningún susto innecesario…y si decides no tomártela, por cualquier razón (todas y cada una de ellas totalmente válidas, sean cuales sean), pues ya sabes lo que te toca. Me toca a mí sola llevar las consecuencias de tanto decidir tomármela como no hacerlo, no nos toca, curioso ya que siempre hay alguien más implicado. Pero y ¿qué ocurre si hubiese otra opción? ¿Qué ocurre si ésta opción además no dejase que todo el peso de la precaución en el sexo recayese sobre mí, por la cuenta que me trae? Y si tal vez nos paramos a pensar que el hecho de que existiesen, con la misma accesibilidad, dos métodos anticonceptivos hormonales de una alta efectividad tanto masculinos como femeninos, conseguirían marcar una igualdad, un diálogo y un mismo nivel de involucración por las dos partes. Crearía una conciencia más activa en muchos hombres sobre la realidad de las relaciones sexuales y los métodos anticonceptivos, y especialmente, crearía una opción, en lo que para muchas mujeres es una obligación hoy en día.
Cuando remarco que supondría una opción para las mujeres, quiero dejar claro que también supondría una opción para los hombres. Y creo que esto es en lo que muchos hombres están confundidos al respecto. Que existiese un método anticonceptivo hormonal masculino no significaría que todas las mujeres nos fuésemos a organizar, ni crear una agenda para pasar toda la responsabilidad a los hombres y obligarlos a hormonarse, a pesar de que esa sea algunas de las impresiones que he percibido cuando se ha mencionado el tema. Las mujeres estamos acostumbradas a que se impongan agendas, opiniones y se regule sobre nuestro cuerpo, y parece que es precisamente lo que ha asustado a muchos hombres de la idea de la inyección anticonceptiva. Diciendo así el término opción, invito a todos y todas a que se piense lo que de verdad se está perdiendo al no tenerla en pleno siglo XXI sobre este tema.
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