Hoy quiero confesar que estoy… inspirada
Por Lourdes Redondo , 31 enero, 2014
Madrid visión panorámica
Cada día me despierto con la necesidad de contarle al mundo muchísimas cosas, de aprender, de no perderme ni un ápice de lo que sucede a mí alrededor, y sobre todo con la necesidad de idear nuevos modos de comunicar sin esperar a que la información me venga dada.
Actualmente, vivimos en una época en la que por desgracia a muchos profesionales no se les proporcionan oportunidades para demostrar sus capacidades. Atrás ha quedado el sueño americano que vivía Michael J. Fox en El secreto de mi éxito (The secret of my success). Hoy en día, como decía el anuncio “o reciclas o collejas”. Tenemos que tratar de ser autodidactas, de sacar el jugo a todo lo que nos rodea y, de amoldarnos a los exigentes y nuevos tiempos de los que formamos parte nos guste o no.
Esta era tecnológica en la que nos encontramos se caracteriza sobre todo, por una gran falta de calor humano, en la que todos nos protegemos poniendo como escudo los diferentes aparatos con los que contamos (móviles, tablets…). Antes era la TV, pero según un estudio de Common Sense Media, los niños menores de ocho años han descendido en el uso de la pantalla para triplicar el uso de los dispositivos móviles. ¡Y qué decir de nuestros queridos amigos del continente amarillo! Pueden estar con una mano cobrándote y con la otra no soltar sus aparatejos de ultimísima tecnología.
No nos damos cuenta en totalidad, pero este periodo de adaptación en el que llevamos años embarcándonos, para no formar parte de la huella tecnológica, se caracteriza por unas necesidades, e incluso dependencias casi innatas que estamos desarrollando y que hace años ni hubiéramos imaginado.
A la hora de aplicar esta nueva realidad al campo laboral, no somos capaces de idear u optar por un puesto de trabajo sin mantenernos totalmente al día en las redes sociales; sabiendo y siendo conscientes que éstas, sirven de algún modo como carta de presentación, y que han llegado a ser causa de más de un despido. Intentamos en general mantenernos actualizados en cualquier aspecto tecnológico, lo que nos lleva a estar pensado, ideando y mejorando nuestras destrezas en cómo estos innovadores modos de comunicación pudieran repercutir siendo seleccionados o no tras una entrevista.
Y ya si nos olvidamos del trabajo, hemos desarrollado y acatado una clara sujeción de estar en contacto continuamente con todas las personas de nuestro alrededor. Cuando hemos quedado con una amig@ y ya nos vamos a casa, muchas veces, comenzamos nuevamente una conversación tras haber cruzado la esquina, y haber estado face to face unos segundos atrás, lo que no permite ni reposar, ni ayudar a valorar las experiencias. Todo esto finalmente me lleva a afirmar que vivimos en una era digital que nos da cuanto nos quita.
El consumismo ha crecido considerablemente a raíz de los innovadores y diferentes canales de venta con los que hoy día cuenta el mercado. Tal es así, que igualamos la cifra de gente desintoxicándose por alcohol y por dependencia tecnológica, siendo estos segundos considerados como los que no hacen buen uso de estos aparatos, o como los que les dotan de una utilización que catalogaríamos como inadecuada.
Actualmente, este conjunto de ciencias aplicadas en cualquier tipo de producto u aparato, es algo tan básico en nuestra vida como comer o dormir. La simple idea de estar un fin de semana sin móvil, por ejemplo, nos hace sentirnos en una época totalmente arcaica, como si hubiéramos vuelto a la edad de piedra. Las nuevas tecnologías son algo totalmente consustancial, que nos hacen respirar novedad, emoción, y que provocan en nosotros 1001 sensaciones que no queremos dejar de vivir.
Dejando estas a un lado tenemos que aceptar que en todos los ámbitos de la sociedad vamos recogiendo un pequeño legado de modas, hábitos y formas de vida que aplicar, para no quedar desactualizados.
No quiero sonar como si viviera mi vida en una parquedad total, pero si me gustaría dejar en este primer artículo mi pequeño apunte sobre los aspectos negativos que nos rodean día tras día, aunque estos tengan como co-prestación muchísimos aspectos positivos de los que probablemente hablaré en otro artículo.
Tenemos que aceptar que el ayer y el hoy van de la mano, y forman una bonita alianza que provoca que en todas las áreas que nos rodean respiremos aromas de diferentes épocas.
Madrid, mi lugar de vida desde hace casi ya más de medio año, me está enseñando mucho. Esta ciudad cosmopolita como pocas, me está ayudando a desenvolverme de otro modo, y me está dando la oportunidad de ver la vida desde otros ojos y perspectivas que nunca había imaginado.
En esta columna trataré de plasmar la realidad vivida desde esta mi ciudad de adopción, haciendo un repaso por temas del ayer y del hoy, encontrando inspiración en mí día a día, ya que considero que la imaginación y la experiencia van siempre unidas, sobre todo, cuando tienes casi 6.600.000 habitantes que te sirvan de aliciente. Con todo ello, intentaré hacer de esta mi columna, un lugar apacible en el que disfrutar de una lectura coloquial de temas muy variados, contados desde el punto de vista de una vasco-madrileña.
3 Respuestas a Hoy quiero confesar que estoy… inspirada