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Ingenios educativos que son el presente: la pizarra digital interactiva

Por Mara González , 14 mayo, 2014

He cruzado el umbral de un nuevo aula. He entrado en el parnaso de un nuevo entorno docente en el que ya nada va a ser lo mismo. Ahora me doy cuenta que los «viciosillos» de lo tecnológico lo escondían detrás de las puertas de un armario o de un cuarto  informático. Desde luego, aún no existía cuando yo dejaba las aulas por otros «derrotados», que no derroteros. Al mismo tiempo, quién sabe si a lo mejor el ingenio de aquellos que lo han hecho una realidad se basó en observar a los de mi generación que como tantos estudiantes en el pasado vimos las cosas de otra manera. Los alumnos de hoy no sólo las ven diferentes, también las ven mejor y eso no puede negarse ya que disponen de una pizarra que es base de proyecciones multimedia, audiovisuales y de un dinamismo difícil de creer: la pizarra digital interactiva.   Con ella todo ha cambiado.

Nada mas entrar en el aula aparece ante mí no ya un encerado polvoriento, proclive al chirrido y al golpeteo, sino la proyección de un ordenador. Una pantalla gigante que sintoniza lo que ocurre en el ordenador portátil adyacente. Ya no hay dedos marcados entre los trazos de la tiza y no encuentro cuadernos ni libros maltratados en pupitres y cajoneras. Allí, frente a mí, advirtiendo aún mi falta de control, aparecía una pizarra mágica. Que no, que no es mágica. Lo sé. Pero en cuanto la miraba venía a mi mente el famoso juguete con el que agitábamos los trazos y las ideas. Aquel cacharro que se atrevió a cambiar las herramientas de dibujo con sendas ruedas a cada lado de la pantalla. Al contrario del juguete, la pizarra digital interactiva es una superficie enorme y aunque atenuando previamente la luminosidad del aula, sus elementos se distinguen perfectamente. Esta superficie luminosa despertó mi curiosidad, la misma curiosidad que siempre nos acompaña con las multimedias debido a esa manía por apretar un botón nuevo que nos define como raza sobre la tierra.

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Pues bien, la pizarra dejaba sólo un halo de aquello que había sido en el pasado. Sólo su marco rectangular y algo de esa posición del profe frente a ella, me recordaba a mis años escolares. Esta nueva pizarra se enciende y sincroniza con otros elementos electrónicos imprescindibles: un ordenador y un receptor, así como a un puntero digital si la pizarra no es táctil y el proyector que transmite la imagen del ordenador. También podemos encontrar modelos de uso más cómodo con proyector incorporado o luces LED como las de una pantalla de televisión. Los receptores pueden también desaparecer a favor de la conexión bluetooth o de algún otro sistema inalámbrico. En todas ellas las lecciones aparecen en formato archivo sobre una superficie del color que sea; liberados de la constricción del blanco de la tiza sobre el fondo verde o  negro. Las lecciones son archivos del profe mezclados con cosas que encontró aquí y allí. Le gusta meterse en internet y enseñar a sus alumnos una foto que ilustra sus explicaciones, así como sacar a la pizarra a practicar a un par de alumnos que pueden, si se trata del formato táctil, manejarla de forma simultánea. Las actividades repiten usos de los juegos, llaman la atención del alumnado con colores y fotos llamativas y fomentan la participación y el sostenimiento de una actitud activa y de superación. Cuando veo la lección desdoblarse en tantas posibilidades y puntos de vista también miro a los alumnos y aprecio que la pizarra interactiva los vea tan diferentes como yo los veo. Cada uno se queda con distintas acciones: a Mario le gustan las animaciones, se imagina nuevas historias con cada lección. Susana apunta algunos conceptos y Miguel comprende cómo tubo lugar el reinado de José I Bonaparte con ese nuevo vídeo o fotografía. El profesor no es sólo una guía que les proporciona los recursos para aprender, también crea lecciones con nuevas estrategias, aquellas en las que confía y otras que serán un éxito para este grupo de alumnos en concreto. Les conoce, así que resalta las palabras de cada texto con el puntero. Lo pone con colores diferentes, dependiendo de que se trate de una definición o de una palabra clave y después les envía los cambios por email. Al día siguiente, las notas habrán quedado plasmadas en la pizarra digital interactiva y entonces los alumnos le añaden nuevos comentarios y dudas para completar el temario y no dejar suelto ningún cabo.

En la pizarra blanca aparecen dibujos, fotos e incluso hipervínculos muy dinámicos que pueden llevarnos a una actividad, a una tabla, gráfica, o incluso a algún vídeo o juegos… El profesor ha tenido a su servicio millones de recursos disponibles en internet, pero además ha contado con herramientas de edición super precisas que le permiten crear presentaciones con todo tipo de contenido y ajustarlas cada día a su alumnado. Los contenidos se refuerzan y los alumnos permanecen atentos a aquello que aparecerá a continuación. No temerán un sermón porque la pizarra interactiva va a complementar el discurso educativo con un montón de soportes de diversa naturaleza. Soportes que son clave para la atención y comprensión de todo concepto nuevo. Soportes, como el de las PDi que no son mágicos, pero sí son diversos, como cada uno de nosotros.


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