Joyas, caviar y tampones
Por Beatriz Obeso , 12 diciembre, 2016
Podría parecer el título de un capítulo de Sexo en Nueva York pero, ficción aparte, estos tres artículos tiene algo en común en la vida real: el impuesto al lujo.
Así es, en España (y en la Unión Europea también), a los productos de higiene femenina se les aplica un IVA reducido del 10%, y es que estos productos no son considerados “productos de primera necesidad”. Ciertamente, es decir, todas las mujeres sabemos que si un mes vamos más justas de dinero no pasa nada, decidimos no sangrar y así no tenemos que comprar tampones que están muy caros. Si sólo funcionase así. Resulta bastante obvio, que los productos de higiene femenina son, de hecho, un ejemplo claro de producto de primera necesidad por varias razones.
Primero podemos pensar en el hecho de que más del 50% de la población mundial somos mujeres, por tanto si este sector mayoritario de la población necesita unos determinados artículos todos los meses, por definición el artículo será necesario, no un mero capricho. Otra razón tiene que ver con el tabú del periodo, si yo como mujer pudiese decidir no usar ningún artículo de higiene femenina durante el periodo, y pasarme todo el día sangrada no supusiese ningún problema (más allá de la obvia incomodidad de ir todo el día mojada, oliendo y pegajosa) para nadie más que para mí, entonces tal vez podríamos hablar de artículos que no son necesarios. Sin embargo, teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad que viene de una tradición en la cual la menstruación es un castigo divino, y que a día de hoy existen hombres a los que la simple visión de un tampón les incomoda más que la idea de hacerse un examen de próstata, yo diría que el ir por la vida con las pantalones más llenos de sangre que la que aparece en una película de Tarantino no es todavía una opción.
Es cierto que existen alternativas, no exentas del impuesto al lujo, como la copa menstrual, que en consideración salen más rentables. Sin embargo, deberíamos poder elegir los productos de higiene femenina que queremos usar según gustos y preferencias, y no por su precio. Si nos paramos a pensarlo, las mujeres, de media, empiezan su periodo por primera vez alrededor de los 12 años, y la menopausia se sitúa sobre los 50 años. Si el periodo de media dura unos 5 días, eso son 2.280 días sangrando, es decir 6,2 años sangrando, son 456 periodos a lo largo de toda una vida. Sigamos con unas pocas matemáticas, una caja de 20 tampones de media cuesta 3,80 euros (depende del establecimiento, puede variar mucho), y deben cambiarse entre las 4-8 horas, así que tomaremos cada 6 horas. Así, 1 tampón cada 6 horas es igual a 4 tampones por día x 5 días de un período es igual a 20 tampones por ciclo= 3,80 euros, y necesitará 456 cajas, por tanto 1. 732 euros en tampones. Eso sin contar además, compresas, salvaslips y por supuesto ibuprofeno. Mucho ibuprofeno.
Entonces recapitulemos, 2.280 días, con dolor de espalda, de piernas, de riñones, de pechos, de abdomen, de útero, con náuseas, vómitos, con cambios hormonales importantes, con acné inesperado, con fluctuaciones de peso muy serias entre periodos, y sobre todo, sangrando entre las piernas y ser muy consciente de ello durante 5 días todos los meses. Todo esto, y encima tenemos que ir a la tienda, de muy buen humor por supuesto, todo el mundo lo estaría si estuviese sufriendo lo anteriormente mencionado, para tener que dejarnos 1.732 euros en toda nuestra vida por productos que un conjunto de hombres, que nunca sabrán lo que es menstruar, han decidido que un tampón es un artículo de lujo al nivel de un rólex porque ellos no lo van a utilizar nunca. Y ahora te invito a que se te ocurra decirme: “De qué humor estamos, ¿qué pasa que tienes la regla?”.
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