La brújula de las palabras
Por Oscar M. Prieto , 13 enero, 2022
Para León Felipe la palabra era un ladrillo para levantar la torre más alta y tirársela a Dios con la fuerza de una blasfemia o de una plegaria y romperle la frente y ver si allí está la luz o está la nada. Las palabras son ladrillos con los que construimos nuestro mundo. Nombrar es traer a la existencia, a la nuestra. Comprendemos el mundo a través de las palabras. Por eso es importante hablar con precisión, para evitar los laberintos. Aunque dice el Eclesiastés que nada hay nuevo bajo el sol, todo cambia, las lenguas también y con las nuevas realidades llegan nuevas palabras. Pasar el dedo por estas recién llegadas y levantarlo al aire, para olfatear los vientos, quizás pueda ser una buena brújula que nos indique hacia dónde vamos y también qué dejamos atrás.
La Real Academia de la Lengua Española, incluye cada año en su Diccionario aquellas palabras que por el uso considera ya asentadas en nuestra Lengua. Aventemos algunas de ellas, como se hacían en las eras con la paja, para ver qué grano nos queda. “Ludificar”, que viene a ser algo así como convertir todo en juego. Lo que no estaría mal si no conllevará el reverso de infantilizarnos y tratarnos como niños. “Cortapega”, algo muy habitual en la investigación universitaria, una técnica muy utilizada por los vagos, que en lugar de crear original, cortan de otro y pegan como suyo. “Compartir”, en otro sentido, más bien en el de difundir memes y memeces, nada que ver con aquel dar al que le falta. “Burbuja social”, me quedo incluso con burbuja a secas. Más que en edificios, vivimos en burbujas mentales. Ya sólo nos relacionamos con los iguales, a salvo de quien discrepe, no nos de la razón y piense de manera diferente. El filtro burbuja de internet, también le llaman, el que ya decide por nosotros con quién vamos a cenar, dónde vamos a cenar y de qué vamos a hablar durante la cena. “Poliamor”, que suena sugerente, pero a mí edad yo solo veo una multiplicación de las complicaciones y ya en serio, el colar por la puerta de atrás el repelús que provoca el compromiso. “Nueva normalidad”, suena a ideólogo, a idea genial de alguno de estos publicistas que escriben los discursos mal leídos por políticos pagados con impuestos de todos. Resonancias inevitables aquel “Neuordnung”, “Nuevo Orden” que Hitler proclamara como propaganda totalitaria de un régimen de terror. Este es el presente y apunta a cierto futuro. Dejo para otro día, el pasado que perdemos.
Salud.
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