La buena noticia
Por Oscar M. Prieto , 26 marzo, 2020
La buena noticia es que es que la edad no impide hacer nuevos amigos. Obviamente, con los años es más complicado, pues todos nos vamos volviendo un poquito insoportables, pero ningún estudio científico niega la posibilidad. Celebro que así sea, pues no imagino una vida más triste que la vida sin amigos. Amancio, mi más reciente amigo, me envió el domingo un artículo que hablaba de la insignificancia de la especie humana, tan dada por otra parte a la soberbia y al engreimiento. Una cura de humildad, para el autor, que sea un ser estúpido, un torpe virus, el mortal enemigo que pueda terminar con nosotros.
Aunque no estoy de acuerdo con el artículo, me pedía a continuación Amancio, que pensara -algo que yo no me atrevería a pedir nunca a un amigo-, que lo que estaba ocurriendo ya debía estar en los mitos. Mientras me afeito con mi hijo León, voy lanzando mitos, como quien lanza naipes a la mesa. Pruebo el de Aquiles, el de los pies ligeros. Hijo de la titánide Tetis, quiso su madre hacerlo inmortal y para ello lo sumergió en la Laguna Estigia. Como lo tuvo que sujetar por el talón, quedó éste sin empaparse de inmortalidad, siendo este mínimo espacio el secreto que le hacía vulnerable. Ya veis, hasta uno de los más grandes héroes tuvo su punto débil: murió de un flechazo en el talón. Una muerte un tanto ridícula. Aunque en realidad, todas las muertes lo son: ridículas. De ahí, el intentar al menos que las vidas no lo sean.
La monstruosa Esfinge devoraba a todo el que pasaba si no respondía al acertijo. La solución al acertijo era el hombre. Virus o monstruos, epidemias o guerras, seguirán devorándonos hasta que no sepamos la respuesta a cómo hemos de ser para no hacernos daño. Ser con nosotros mismos, ser con nuestros semejantes, ser con el medio natural sin el cual no seremos. Será nuestro salvoconducto y nuestra vacuna.
Otro amigo, Jesús, me envía una cita de El Quijote: “Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca”. La buena noticia son siempre los amigos, sobre los que Borges, por cierto, decía que no necesitaban frecuentarse, circunstancia ideal para este encierro.
Salud.
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