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         La conferencia felona

Por Francisco Collado , 11 diciembre, 2019

 

 

 

La universidad de la Comunidad Autónoma Vasca  (UPB-EHU) se ha cubierto de gloria. Para el ínclito Unamuno, la universidad era un templo de la inteligencia; según la mitología al uso; hoy la Universidad se convierte en templo de la depravación y la abyección. Aunque no fuera cierto el “venceréis pero no convenceréis” del  rector de la Universidad de Salamanca, dirigido a aquellos otros fascistas de entonces. Si es cierto que estos fascistas de ahora, tampoco convencieron y además fueron vencidos. Fueron derrotados por la democracia, la tolerancia, el respeto a los derechos humanos. Todo lo contrario de lo que la banda mafiosa perpetró durante años: asesinatos, torturas, secuestros, extorsiones, ejecuciones de civiles indefensos, explosiones. La lista de felonías es inacabable y puede consultarse en hemerotecas y libros que han estudiado el fenómeno del fascismo etarra y que, no van a desaparecer, por más que políticos nefastos y demás mariachis, practiquen con alevosía el actual postureo del blanqueo de la marca. Ahora la universidad vasca trata de convertirse en la marca blanca del totalitarismo ultraviolento de los supremacistas, dejando entrar en sus aulas como conferenciante (lo cual es mucho afirmar) a un condenado por asesinar a dos ciudadanos indefensos. El currículo de este fulano para presentarse en el lugar, donde se forma la futura sociedad, como ilustre docente, se limita a un máster en “muerte ajena sin riesgos propios”, una titulación en “no-me-arrepiento” y un  doctorado en cinismo. Esta enorme preparación pedagógica, debe de parecerles atractiva a los estudiantes que acuden a esta “conferencia”. Jóvenes que deberían sentirse insultados porque un pelele que no les llega ni a la suela de los zapatos en conocimientos, les vaya a dar una charla (imaginen como tendrán la cabeza ellos también). La intención de adoctrinamiento es elemental y raya en la desvergüenza más absoluta. Ahora los que van a conferenciar a los templos de la inteligencia, son los felones. Deberíamos analizar el grado de deterioro moral de esta sociedad. No debemos olvidar que otro asesino de extrema izquierda dio una conferencia en la Universidad de Salamanca. No existe mayor ironía (en un mundo al revés) que escuchar a estos individuos hablando de totalitarismos y fascismos (para mear y no echar gota). El surrealismo atroz alcanza el grado de perversión. Los matadores hablando sobre la violencia de otros. Los violentos destructores de vidas, departiendo sobre derechos que ellos nunca respetaron. Habitamos una sociedad donde la insania se va apoderando de lo cotidiano. Donde lo monstruoso se ha introducido de la mano de los bienrollistas, los artesanos del postureo y los que ven posibilidades políticas en arrodillarse y dejarse sodomizar por el nazismo totalitario de estos verdugos. Es una verdadera patología social que se va infiltrando (como todas las dictaduras) soterradamente. Paso a paso. Quienes no respetaron el derecho a la vida ajena, vienen a dar lecciones de derechos humanos. Y lo hacen con dinero público, con la complicidad de los mariachis que deberían defender nuestra Constitución, que deberían luchar por la democracia y la libertad. Pero prefieren ejercer de feladores para delincuentes, con rodilleras y enjuague bucal. No es difícil entender que haya todo un movimiento empeñado en blanquear a la organización totalitaria. Todos los que sufrieron las torturas, secuestros y monstruosidades del nazismo etarra, saben que no estaban solos los mercenarios de la pistola en la nuca, los sicarios de la bomba a distancia. El entramado social que miraba hacia otro lado, los del “algo habrán hecho”. Los vecinos del “son buenos chicos, yo conozco a su familia”. Todos ellos hoy quieren borrar de la memoria su participación. Que mejor oportunidad que el blanqueo en las instituciones y el olvido. Quizás ignoran que van a seguir existiendo cientos de testimonios que narran las felonías, las masacres, las torturas de aquellos verdugos sobre personas indefensas. Que hay libros donde se narran con detalle cada aberración perpetrada por aquel terrible fascismo que sacudió durante años las vidas de muchas personas. Nada de esto se va a olvidar. Al contrario. Dentro de unos años, cuando todos estos campeones del postureo, todos estos tibios, todos estos incapaces, hayan pasado a la historia, surgirán  historiadores que revisarán este nefasto periodo. Cada uno cargará con su culpa, la historia nos pone a cada uno en nuestro sitio. Hechos tan vergonzantes como esta conferencia felona, pagada con el dinero de todos, serán analizados como la anomalía que es. Como el intento de adoctrinamiento totalitario de personajes que aún avivan los rescoldos de la tiranía. Vivimos en un sistema garante de los derechos humanos y las situaciones de los presos están perfectamente tipificadas en textos penales y penitenciarios de los más avanzados. La situación de los presos de la banda fascista es exactamente igual que la de cualquier otro delincuente. No son otra cosa. No son una especie aparte para analizar, separándolos del resto de la población reclusa. Es más, son aún peores. Porque entre personas que no han tenido otro remedio que delinquir por situaciones humanas, entre enfermos y patologías proclives al delito, ellos eligieron el mal y la depravación por voluntad propia. Frente a la persona que comete un homicidio en un momento de ofuscación, ellos eligieron vigilar durante meses (fríamente) a víctimas indefensas. Quienes solicitan empatía, no tuvieron ninguna cuando ejercieron de verdugos. Quienes solicitan derechos, pisotearon los derechos ajenos sin ningún tipo de humanidad. Como ninguna empatía han tenido los organizadores de esta defecación moral. Lacayos al servicio del extravío. Como no la han tenido ninguno de los alumnos asistentes, que se insultan a sí mismos, escuchando a un analfabeto que viene a ejercer de docente. Caiga la vergüenza sobre ellos. La historia ya se encargará de colocar a cada uno en su sitio. No se va a olvidar. No conseguirán ocultar la barbarie ejercida contra los derechos humanos y las personas, ni las complicidades que la facilitaron.

 

 

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