La garzonada del día
Por Francisco Collado , 9 febrero, 2021
Algunos personajes parecen empeñados en estar siempre en el candelero a toda costa. Otros, convierten sus redes sociales en antologías del disparate y la ranciedad más absurda. Los más aplicados expelen gañanadas y rufianadas sin filtro. Sin tiempo para que el cerebro procese sus pensamientos antes de regurgitarlos. El ciudadano está atrapado entre las chorradas conceptuales de aquellos que nos venden del Imperio, la una, grande y libre y la querencia por la caverna y los que dan prevalencia al cerebro límbico. La emoción sin colador. La opinión sin reflexión. Primando lo emocional sobre lo racional. La última boutade ha surgido de labios del ínclito ministro Garzón (que ya nos tiene acostumbrados a estos menesteres). De un plumazo, y en una sola frase, ha puesto en solfa el trabajo de cientos de personas, la profesionalidad y las normativas referentes a las mascarillas FPP2.
Este tipo de declaraciones serían apropiadas para el club de la comedia o alguna casette de gasolinera de chistes garbanceros. Pero la seriedad del tema lleva a plantearse hasta que puntos nuestros próceres no son conscientes de sus responsabilidades.
Las mascarillas quirúrgicas tan sólo protegen a la persona que está enfrente, no impiden el contagio. Las FPP2 están testadas y son de uso profesional. Aquí no hay color ni nada que discutir. Pasan unas pruebas y unos estándares de calidad indiscutibles. Asombra el nivel de conocimientos científicos de quienes nos gobiernan, sobre todo cuando en Europa estudian obligar a utilizar la FPP2 y con la cepa inglesa, mucho más contagiosa, extendiéndose. Quizás estos personajes no son conscientes de la gravedad de sus afirmaciones (y su osadía bellaca). Ya nos la jugaron cuando afirmaron que no hacían falta mascarillas porque no había. O la “simonada” de afirmar que las FPP2 eran mascarillas “egoístas”. Permanecer en lugares cerrados o cerca de otras personas con una quirúrgica es un peligro latente a día de hoy. Quizás el camino, en lugar de tratar de hacernos comulgar con ruedas de molino, es bajar el IVA para hacer asequible la protección a los ciudadanos que supuestamente gobiernan. Se ríen en nuestras barbas. Hacen de la gañanez un arte, de la gualtrapía, una ciencia. Para cuando llegue el hisopo anal para la PCR, ni siquiera nos vamos a enterar. Es tal el grado de dilatación esfintérica que estamos soportando, que hará falta un bate de béisbol para tan íntima prueba.
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