La importancia de saber venderse
Por Clara Cordero , 23 abril, 2014
Empty Classroom
By eflon
En definitiva, parece que al final lo único que importa es saber venderse. Volvemos al viejo refrán de ” no hay que ser bueno, sino parecerlo”. Cada día vemos como importan más los diferentes certificados, diplomas y títulos que los aprendizajes reales de cualquier persona. Ahora da igual si sabes inglés porque lo que se valora es tu categoría en inglés, es decir, si has alcanzado un FCE o un CAE o B2, C1, C2… Y lo mismo ocurre con todo, aunque seamos capaces de demostrarlo diariamente nuestras competencias dependen exclusivamente de un papelito que las certifique.
Resulta totalmente desmotivador el hecho de que aunque te hayas pasado la vida trabajando, si los factores burocráticos no están a tú favor no te sirve de nada.
Por eso me parece estupendo el hecho de que vayan apareciendo otros medios para certificar tus aprendizajes, como por ejemplo las badges o diplomas digitales, que justifican que has trabajado en algo con el suficiente tesón para que te sea reconocido, pero que no te exprimen hasta alcanzar una u otra nota para ello. Las evaluaciones deben acabar como las entendemos hasta ahora, como un modo de explotación intelectual que no sirve nada más que para generar competitividad, agresividad y malestar. En esta línea encontramos aplicaciones como Mozilla Backpack o Accredible que se comportan como nuestro tablón de justificantes o acreditaciones.
Parece que la innovación digital también va facilitando el camino a la hora de “hacer” nuestro currículum. Ahora no basta con un puñado de palabras, años correlativos y experiencias varias de manera escrita en un papel insulso y cansino. Ahora podemos hacerlo divertido, con vídeo o simplemente crear nuestro propio blog, más visual y atractivo, para contar nuestra experiencia. También existen páginas dedicadas exclusivamente a esto, como Linkedin, que ponen en marcha una amplia comunidad de contactos profesionales que facilitan ese proceso de aprendizaje continuo que se pretende, y ese alcanzar el trabajo que realmente estás predestinado a hacer en función de tu trayectoria, tanto académica como profesional o laboral.
Y todo esto tiene mucho peso en la escuela, fundamentalmente a partir de la ESO, donde los chavales ya empiezan a saber que es eso de venderse. Pero, donde comprobarán, que de poco les sirve todo eso que aprenden si no han hecho el examen oportuno que lo corrobore. Donde, una vez más, echamos por tierra su ilusión y ganas de aprender para controlarles, limitarles y juzgarles.
Por esta misma razón cobra importancia el aprendizaje informal, alejado de lo dirigido, ese aprendizaje ubicuo y líquido que aprenden, muchas veces, viendo la tele ( ¡mal planteado!) o con compañeros con una libertad mal llevada o bien saliendo a la calle y viviéndola, que en definitiva es como se aprende a vivir, aunque sea a trompicones.
Vivimos en un mundo consumista, y consumimos personas y caracteres, perfiles varios que se adaptan a nuestras circunstancias empresariales y que si te sales del movimiento parece que estás avocado al fracaso, aunque quizá, ….. renazca una verdadero sabio.
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