La ingratitud
Por Raquel Ortiz Bolfán , 19 enero, 2025
En primavera, cuando los bosques reverdezcan intentaré explicarte mi intención; quizás en los largos días del verano consigas entender esta canción. «Alicia en el país de las Maravillas, Lewis Carroll»
La ingratitud es una de esas vivencias humanas que deja una profunda huella en el alma. Cuando alguien ignora y desprecia un gesto sincero, que viene de ti, algo se quiebra en tu interior.
En el momento que decides entregar una parte de ti gratuitamente, porque crees que esa persona se lo merece; ofreciéndole tu energía y positivismo para ayudar a levantarse; tu tiempo cuando está pasando por situaciones difíciles y te necesita; tu esfuerzo en hacerle demostrar lo que vale; tu apoyo incondicional o incluso tu amor, regalas a esa persona, una parte valiosa de ti. Esto lo llevas a cabo porque existe una gran conexión u otros tipos de vínculos personales, y porque no lo olvidemos, «él o ella, son importantes para ti», así que lo haces con el corazón y el alma abiertos. Pero por lo contrario, si no existe esa reciprocidad, es cuando se produce el desengaño y el sufrimiento. Necesitas y quieres recibir un estímulo, por supuesto, algo de gratitud.
Si estas acciones suceden y no se reconocen o valoran, es como si a la persona a quien le has entregado una parte de tu alma, te estuviera comunicando sin necesidad de palabras, que lo que le diste no tenía importancia. Y ya sabemos lo decepcionante y lo que puede llegar a afectar negativamente en las relaciones personales.
El comportamiento de una persona ingrata, es difícil de entender, aunque cada vez más, se produzca más individualismo y se hayan perdido los valores esenciales. Estas personas son fáciles de identificar, sus conductas van asociadas a cualquiera de estas pautas: tener una falta de reconocimiento, no mostrar interés, ser indiferentes y desconsiderados, ser egocéntricos, carecer de empatía y criticar o menospreciar. ¡Pero cuidado! en ocasiones, esa persona no es consciente de lo que hace, porque puede estar atrapada en sus problemas y no saber apreciar lo que tiene.
No intentes castigarte o analizar qué es lo que has hecho mal, a veces no es un rechazo que tenga contra ti, sino una limitación que esa persona tiene. Siendo optimista, intenta transformar ese suceso negativo, en positivo. En las debilidades se pueden generar oportunidades, aunque no lo parezca. Es una enseñanza hacia nosotros. Nos orienta para ser más selectivos, para decidir a quién entregamos nuestro tiempo, nuestra energía y nuestro amor. No se trata de cerrar el corazón, sino de abrirlo con inteligencia.
No tenemos que cambiar como somos, sino evolucionar, como lo hace la vida, con los retos constantes que se producen. El cambio ocurre cuando tus acciones no se basan en cómo son percibidas por los demás, sino en que al dar, lo haces con mayor eficacia, siendo más selectivo y valorándote más a ti mismo.
Hay que aprender a interiorizar y asimilar que la verdad duele una vez, pero las mentiras duelen para siempre. Es necesario identificar con claridad quien te valora y no tratar con prioridad a quien no lo hace. La vida pone a las personas a tu alcance, ¡pero recuerda! TÚ decides quien se queda y quien no… ya se que no es justo… pero ya sabes que la existencia está llena de incongruencias.
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