La lengua de nuestros hijos, otra arma política
Por Sandra Ferrer , 8 abril, 2014
Hace mucho tiempo que vengo leyendo noticias relacionadas con la pugna entre padres, escuelas, administraciones públicas acerca el bilingüismo en Cataluña. Una discusión (bizantina y manipulada por ambas partes) en la que no voy a entrar.
Pero lo que sí quiero manifestar es que estoy (y creo que mucha gente como yo) empezando a hartarme de las constantes cortinas de humo para evitar afrontar los verdaderos problemas de la sociedad en general y la educación en particular.
En el tema de la lengua de escolarización en Cataluña se está llegando a límites que rayan lo absurdo. Se están gastando esfuerzos y dinero para imponer una lengua (u otra) cuando nos estamos olvidando de analizar en profundidad nuestro sistema educativo.
Y es que, de verdad, a los niños les da exactamente igual en qué lengua les hables. Son auténticas esponjas y son capaces de asumir distintos idiomas sin ser conscientes de ello.
Aquí va mi experiencia (que creo que es la de muchos padres por estos lares). Para empezar, he tenido que recurrir a la escuela concertada, más bien cara, para poder garantizar a mis hijos una educación mínimamente decente. En un colegio catalogado como trilingüe (catalán, castellano e inglés) los niños y niñas desde la guardería conviven de manera natural con las tres lenguas. Es fantástico ver como un día llega tu pequeña princesa a casa cantando una canción en inglés; a tu pequeño gran hombre dirigiéndose a su abuelo en catalán y hablando acto seguido a su amiguito en castellano.
Un día mi hijo le decía a su hermana, el catalán es la lengua que habla el “avi” (su abuelo) y el inglés la que hablan las “teachers”. Con cuatro y seis años saben perfectamente diferenciar las tres lenguas y cual utilizar dependiendo de con quién están hablando.
Yo no tuve la suerte de aprender así el inglés pero el catalán y el castellano los asumí tal cual. De manera natural, en casa, en el colegio, en el parque. Para mí el bilingüismo, trilingüismo, cuatrilingüismo debería ser así. Y que la lengua no fuera utilizada como arma arrojadiza por nadie.
Porque nuestros abuelos sufrieran la prohibición de no poder hablar en su lengua materna no debería ser razón de peso (ni de nada) para hacer ahora lo mismo pero a la inversa.
Nos preocupamos (se preocupan) demasiado en este tema cuando los sistemas educativos de nuestro país, territorio, estado, patria, o lo que sea, van degradándose por momentos.
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