La lista de la compra
Por Anna Genovés , 30 marzo, 2014
Cada vez que voy al Súper veo a más personas con la lista de compra. Antes, eran sólo algunos mayores. Ahora, somos la mayoría.
Abundan todo tipo de pagos. Ya sean con tarjeta de crédito para la bendita barra de pan, como con rubias encobrecidas y su correspondiente resoplido por parte de la cola de feligreses que tiene que esperar al conteo de la cajera. Por mí parte, “no hay problema que decía Terminator. ¡Ojalá tuviera una habitación repleta de céntimos de cobre!
A mi entender, estos cambios son más que evidentes en el comportamiento de los hábitos de la economía financiera. Antes nuestra bolsa era dichosa. Por el contrario, en la actualidad, está de capa caída; cuando no se arrastra por los suelos y ni tan siquiera puedes ir a comprar. Entonces el asunto es más chungo: sólo te quedan los comedores sociales y poco más…
Una manera de ahorrar al máximo es, obviamente, llevar una lista de compra preparada y no salirte de lo escrito aunque veas ofertas apetecibles que gritan: “cómprame que estoy muy barato, cómprame, please”…
Seguir a rajatabla la anotación, puede resultar fácil. Entre otras cosas, porque nuestro cerebro ha procesado un esquema interno del supermercado que nos lleva a un paseo habitual. Es gracioso, pero solemos comprar de manera ordenada en cada una de las secciones e incluso a la misma altura éste o aquel determinado producto.
Sea como fuere, para tener una despensa nutrida aunque sea de marcas blancas, como en mi caso, lo primero que debemos comprar son los productos básicos. Hacer la lista de compra, conlleva 3 pasos:
1- Sentarte con tranquilidad. Coger bolígrafo y papel. Anotar las faltas alimenticias.
2- Repasar las anotaciones mirando la despensa y la nevera.
3- ¡Ojo! Si compras en más de un Súper, necesitarás una lista para cada uno.
Carro de la compra
En los mercados, puedes encontrar los alimentos frescos a mejor precio. Si te ciñes a tu lista, siempre puedes permitirte algún extra que endulzará tu estómago.
Por otro lado, comprando puedes divertirte; sólo tienes que curiosear. Encontrarás a personajillos de todo tipo: amas de casa que conocen el supermercado y los precios de todos los productos al dedillo. Señoras que comprar un montón de veces al día porque no llevan lista y siempre se les olvida algo. Personas que estresan a la cajera comentándoles su vida privada mientras la cola se alarga. Espabilados que llevan dos o tres productos y preguntan si les dejas pasar. Individuos que dicen que no llevan nada y salen como relámpagos ante la mirada resignada de la asalariada que le dice: “enséñeme el bolso, por favor”.
La pobres cajeras, al fin y al cabo, son las que aguantan el zoo humano que a diario pasa por la parcela que le da para pagar los recibos del agua, la luz… y poco más.
Según estudios científicos: no se debe comprar con el estómago vacío. Es difícil ajustarte a tu lista y te excedes comprando alimentos hipercalóricos.
La comida…
“El amor es tan importante como la comida, pero no alimenta”.
García Márquez
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