La refinada jungla de asfalto
Por Paloma Rodera , 1 abril, 2014
Hemos creado un sistema de convenciones en forma de leyes, hemos delegado responsabilidades civiles, políticas y de otros tipos generar modelos que nos permitan organizarnos mejor. El otro día veía en el telediario la brutalidad de aquellos que intentan cruzar fronteras con verjas de alambre que impiden ser atravesadas y llegar a lo que para algunos significan oportunidades, sueños, una vida mejor en una ‘Tierra Prometida’. Mientras dejé de esuchar la voz del presentador empecé a pensar en la disolución de la responsabilidad que como seres humanos experimentamos, ésa que hace que viendo injusticias, que no sólo aparecen por televisión, sino que están en ocasiones a escasos metros de nosotros, decidimos no hacer nada, encontramos siempre a otro ‘responsable’ de la búsqueda de soluciones: si una calle está sucia suponemos que es el barrendero contratado por el ayuntamiento quien debe encargarse de limpiarla, en ningún caso yo, aunque sea a mí mismo a quien moleste este hecho. Cuando vemos un altercado en la calle no nos consideramos con el deber de intervenir en ello, más bien todo lo contrario, no vaya a salpicarnos… Y así sucesivamente. Hay un sinfín de ejemplos que retratan la desvinculación que cada uno de nosotros asumimos. ¿Por qué ocurre? Todos y cada uno de nosotros nos sabemos prescindibles, pero a veces nos sentimos singulares en ciertos círculos cercanos en los que se nos valora, se nos escucha, incluso se nos quiere. Pero tanto las empresas en las que trabajamos, en las que pasamos un gran porcentaje de nuestras vidas, como en otros muchos establecimientos, en la salud, en el ocio, etc. acabamos siendo considerados números, de una u otra forma ¿por qué iban a ser ellos otra cosa para nosotros? En estos momentos en los que hemos delegado deberes y responsabilidades, y en los que sólo miramos por cada uno ¿dónde queda la primera persona del plural?
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