¿De dónde nos nace este anhelo tan humano por saber, por conocer? Siendo como somos insignificantes, es heroico nuestro empeño en desentrañar los misterios del universo. Nos asombramos por el hecho de que una hormiga cargue sobre sí con el peso de una hoja varias veces superior al suyo y apenas reparamos en que unos especímenes de nuestra misma especie hayan descubierto la existencia de las ondas gravitacionales. Atreverse a saber es el impulso descomunal y diferenciador del ser humano, es conmovedor como una lucha infinitamente desigual entre dos contrincantes, es una lección de orgullo y humildad al mismo tiempo.
Sin embargo, apenas sabemos. No conocemos ni siquiera aquello de lo que todos creemos estar seguros y a salvo de las dudas: la justicia. ¿Qué es la justicia? Les contaré una historia antes de que me respondan. En el año 155 a.C. Atenas envió una embajada a Roma para negociar las condiciones del castigo impuesto. Carneades de Cirene, filósofo, fue uno de los delegados y para demostrar que no existían verdades absolutas, por la mañana en su discurso defendió la existencia de una justicia universal y por la tarde, con otros argumentos igualmente convincentes, la negó.
En el discurso vespertino proponía al Senado el siguiente dilema: Dos náufragos en medio del mar y una sola tabla a la que aferrarse. Pero la tabla no puede resistir el peso de los dos. Solamente uno podrá salvarse. ¿Quién de los dos debería soltarse? ¿Quién d e los dos debería vivir? Lo justo sería que vivieran los dos, los dos merecen igualmente la vida, pero sólo puede vivir uno de ellos. Si se empeñan los dos en sujetarse, los dos morirán. ¿Qué dice la justicia en este caso?
No siempre es posible saber. Carneades era un filósofo de la escuela escéptica y como tal creía que la inteligencia humana no puede alcanzar un conocimiento incuestionable sobre nada en el mundo. Sin embargo, ‘escéptico’ viene del griego y significa ‘investigador’. Y esta es la grandeza: pese al convencimiento de no llegar nunca a descubrir, el empeño de seguir investigado. No importa si no siempre nos ponemos de acuerdo sobre aquello que es la justicia, si tenemos un corazón justo.
Salud.
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