La vida en serio. Jaime Gil de Biedma.
Por Olga Navarro , 23 marzo, 2015
Antología poética
Jaime Gil de Biedma
Prólogo de Javier Alfaya y selección de Shirley Mangini
Alianza Editorial, El Libro de Bolsillo, 3ª edición
Madrid, 2015
Se cumplen veinticinco años de la muerte de Jaime Gil de Biedma, ocurrida el día 8 de enero de 1990 tras una grave enfermedad, y cuarenta años del cierre de su edificio poético, clausurado con el libro Poemas póstumos. Es una conmemoración que Alianza Editorial anima en las librerías con la reedición por tercera vez de su antología poética. Se trata de un muestrario clave que propició desde su amanecida, en 1981, la formación estética de hornadas jóvenes de los años ochenta y noventa. La breve obra del escritor no ha dejado de estar presente en el espacio lírico actual porque continúa ejerciendo un magisterio incansable en la nómina figurativa y en la corriente de la experiencia que desemboca en el cambio de siglo en una senda plural y remozada.
Javier Alfaya repasa en la introducción el marco biográfico, bien conocido tras las investigaciones de Carme Riera, Pere Rovira y la semblanza, no exenta de sombras, que Miguel Dalmau publicó en 2004; además son aclaratorios los retratos de grupo que en sus memorias hicieron compañeros generacionales como Carlos Barral y José Manuel Caballero Bonald. En 1974, Jaime Gil de Biedma publicó Diario de un artista seriamente enfermo (Editorial Lumen), memorias íntimas escritas en 1956, durante una enfermedad, que revelan momentos cruciales de la formación de su contexto generacional.
Óscar Wilde escribió que un gran poeta es la menos poética de la criatura; pero el acontecer vital del escritor nacido en Barcelona en 1929 deja abundantes indicios de interés. Nacido en el seno de una familia burguesa de ascendencia castellana, con abundante patrimonio, cursa Derecho en la Universidad de Barcelona donde participa en tertulias e iniciativas culturales. Estas actividades serán el germen del grupo poético “La Escuela de Barcelona”, más tarde integrado en la generación del 50. Con Carlos Barral, Gabriel Ferrater, José Agustín Goytisolo y el crítico Josep María Castellet alienta proyectos literarios y participa en el homenaje de Collioure que reivindica la poesía y el legado ético de Antonio Machado. Su quehacer laboral se centra en la empresa de la Compañía de Tabacos de Filipinas. Mientras desarrolla un quehacer poético que arranca en 1953 con el cuaderno Según sentencia del tiempo y, ya en 1959, con el libro Compañeros de viaje, obra en la que se perciben las características y temas básicos de su poética: tono conversacional, referencias autobiográficas, marco urbano, continuo enlace entre vida y literatura y un fuerte sentido crítico de la realidad social y política.
La selección de Shirley Mangini nos deja poemas emblemáticos sobre la amistad con compañeros de viaje que forjaron una ética social muy crítica con el ambiente anquilosado y hostil de la dictadura franquista y que introdujeron en la literatura del momento nuevas preocupaciones poéticas y tradiciones europeas poco habituales en los estudios críticos del momento. Jaime Gil de Biedma traduce Función de la poesía y función de la crítica de T. S. Eliot, publicada por Biblioteca Breve en 1955, y acerca a las letras hispanas la obra de W. H. Auden y de voces alternativas que contribuyen a forjar un renovado arte poética, un nuevo batir de pasos. En Moralidades la influencia de Blas de Otero y Luis Cernuda afianza el confesionalismo del hablante lírico hasta crear un clima de confidencialidad y cercanía que traspasa emoción. En ese libro están composiciones como “En el nombre de hoy” y “Barcelona ya no es bona o mi paseo solitario en primavera” en la que aflora con fuerza la conciencia social.
Las últimas composiciones de esta muestra pertenecen a Poemas póstumos, libro editado en 1978. Son textos con una clara afinidad continuista. En sus versos permanece el personaje poético que tantos rasgos comparte con el yo biográfico, aunque ahora su voz despide un aliento crepuscular, una inquietante sensación de despedida, como si quien compartiera confidencias fuese consciente de la proximidad de la intemperie. El orden de vivir se torna meditación y sentimiento elegíaco, ya descreído del severo discurso de las ideologías. A este libro pertenece uno de los textos nucleares del poeta: “Contra Jaime Gil de Biedma”; un severo soliloquio frente al yo desdoblado que tiene mucho de ajuste de cuentas personal. Que concluye en la aceptación de la propia identidad y de las mutaciones que en ella ha causado el discurrir del tiempo. “Envejecer. Morir / es el único argumento de la obra”
Reside en el último tramo de su vida en Ultramort (Gerona), alejado del primer plano de la literatura. Aunque la editorial Seix Barral prepara en 1975 una recopilación de su obra lírica bajo el título Las personas del verbo, que incluía una decena de poemas inéditos. También se compilan los ensayos escritos entre 1955 y 1979 en El pie de la letra (Editorial Crítica). Poco más muestra su perfil creativo, Jaime, Gil de Biedma revaloriza la poesía de Espronceda como fue autor de una antología poética; tradujo también la novela Adiós a Berlín, de Christopher Isherwood.
Jaime Gil de Biedma cierra una obra breve pero esencial en la que resalta su poesía. Su poesía reconforta porque afecta por igual a las emociones y al pensamiento; la palabra se hace voz necesaria de lo autobiográfico; pero la intimidad concreta está ubicada en su dimensión histórica. El sujeto forma parte del tejido social y lo percibe con sentido crítico, desde un análisis objetivo y profundo.
La lírica de Jaime Gil de Biedma tiene un valor fundamental. Incluye un puñado de poemas memorables cuya voz perdura viva e inalterable, como si fuese una forma de esencial continuidad en el tiempo, como si sonase, clara y firme, aquella convicción reconfortante que alentó su escritura: “escribir un puñado de buenos poemas es lo único que de verdad importa en la vida”.
Jose Luis Morante Martin
http://puentesdepapel56.blogspot.com.es/
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