La wokesfera
Por Francisco Collado , 7 octubre, 2025
Nihil novun sub sole decían los latinos, que de eso sabian un rato. O lo que es lo mismo repetimos más que el pimiento. Hace ya unos años en una tertulia de “crónicas” que comenzó con amplias expectativas y terminó siendo burladero de frikis y maremágnum de ideas mal digeridas o tendenciosamente dirigidas, se adivinaba la génesis de los que después seria el wokismo. De este modo, la mesa sentaba entre sus filas algún tertuliano que se presumía disidente y durante el fingido debate se le acribillaba con interrupciones, bromas o despechos toreros cada vez que trataba de romper el Discurso Oficial (que ya existía). En última instancia uno de los tertulianos se bajaba los pantalones o efectuaba algún otro tipo de boutade cuando ya trataban de acallar por completo al renegado. El espectador medio no suele percatarse de estos menesteres. Es preciso radiografiar detenidamente los momentos y prestar atención para realizar una autopsia secuencial, conociendo las técnicas de Ingeniería Social que aplican en estos menesteres. El resultado buscado, era la anulación total de la idea que se opusiera a lo establecido y; de paso, la ridiculización del contrario.
Nada hemos avanzado. Al contrario, todo se ha sofisticado y refinado hasta que el lodo ha desembocado en el océano de esta wokesfera en que habitamos, a pesar nuestro.
Hace escasos días, recordé aquellas tertulias viendo como en determinadas medios repetían anulación de la opinión con la técnica del quebranto (o ninguneo) y posterior acogida ( técnica del hijo pródigo) en la que los sectarios recogen al hereje arrepentido, que; visiblemente conmovido; comprende sus errores. Es difícil imaginar una mayor perversión de la comunicación bidireccional. Los wokes no dejan en ningún momento exponer un pensamiento. Al contrario, a base de interrupciones, exabruptos, exposiciones de falsa superioridad moral o, incluso, llegando a la mofa y befa, para hacer sentir al heterodoxo lo equivocado de su pensamiento frente a la verdad absoluta que nace de sus bocas como el maná de desierto. Con este fin suelen elegir como contrario a famosetes con escaso pelaje intelectual y no demasiadas altas capacidades. Ineptos a la hora de defender argumentos con eficacia y peso. Nunca sientan en una mesa sectaria un contrincante con consistencia. Saben que todos sus argumentos serían desmontados por algún tertuliano con capacidad de raciocinio, exposición y conocimiento suficientes para anular sus pendejadas.
Cuando se trata de un tema espinoso, de los que defienden los mitos fundacionales de wokelandia, los mercenarios van a muerte. No les importa humillar al invitado, menoscabar su autoestima. Arrasan con todo lo que se les ponga por delante a base de arterías del cuello inflamadas, gritos de verdulería marginal o sonrisas sesgadas de superioridad moral mientras se expresa el otro. Al final consiguen su victoria, mantener su Discurso Oficial y que el hijo pródigo reflexione ante el conocimiento superior de los voceros. La lucha contra la wokesfera es la primera línea de una sociedad librepensadora, democrática, que busca valores positivos y toma como referente al ser humano. A lo woke se le combate con la razón y con contundencia . La lucha contra la cancelación pasa por la formación del ciudadano para evitar que la ignorancia le haga caer en las garras de los nuevos inquisidores, pasa por quebrar el consenso de mentiras sobre el que se asienta esta religión pagana. Es importante aprender a distinguir las variedades locales de cada zona wokeista y desvelar su estrategia de manipulación del lenguaje. No dejarse colonizar, es la clave para enfrentar esa supuesta moral superior. Es importante no dejarse engañar y manipular cuando la cultura woke trate de situar en alguna imaginaria paleta ideológica a los que frenan sus excesos. Ese lugar es el de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Justo la otra cara del espejo de lo que predican ellos.
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