Lágrimas de sangre en Gaza
Por José Luis Muñoz , 4 agosto, 2014
La operación Filo Protector suena bastante mejor que Plomo Fundido. Suena. Pero todo lo que venga de Israel y caiga sobre Palestina es más plomo fundido que otra cosa. El asesinato de tres israelíes, seguido de la quema en vivo de un muchacho palestino y el lanzamiento de cohetes Qassam por parte de Hamas ha precedido a la enésima invasión del Tzáhal en la Franja de Gaza. Mientras los rudimentarios cohetes Qassam lanzados por los milicianos de Hamás son interceptados por el escudo antimisiles de Israel, nada detiene el bombardeo inmisericorde por tierra, mar y aire del ejército más poderoso de la zona y uno de los más modernos del mundo. Israel, con la tecnología punta que le suministra Estados Unidos, masacra poblaciones de la Franja de Gaza y a sus pobladores. No estamos hablando de ninguna guerra, puesto que no se están enfrentando dos ejércitos, sino de una masacre en toda regla. Israel, un estado que tiene patente de corso, se salta todas las convenciones internacionales y castiga sin tregua a la ya diezmada población palestina de ese esmirriado territorio, encajonado entre un muro ciclópeo y el mar, que no tiene escapatoria posible y agoniza entre sus ruinas. El dolor nos golpea a diario. De entre la ruina y destrucción constante se extraen cuerpos calcinados. Los objetivos son hospitales, escuelas, ambulancias, viviendas. El espectáculo después de la limpieza es dantesco. Parece que Gaza haya sido sacudida por un terremoto y el gobierno de Netanyahu afirma que seguirá con su ofensiva hasta destruir todos los túneles a través de los cuales los milicianos de Hamás atacan a los puestos militares israelíes.
Una amiga muy sensibilizada por el tema del Holocausto que acaba de regresar de Auschwitz me dice que ya no puede llorar por esos seis millones de judíos que fueron exterminados hace 73 años. Se preguntaba, mientras recorría los hornos crematorios en los que fueron incinerados tantos seres humanos, qué pasaba por la mente de los grupos de judíos, muchos de ellos israelitas, que paseaban en silencio por ese lugar siniestro. ¿Eran conscientes de que ellos se estaban convirtiendo en los nuevos nazis, que estaban reproduciendo con los palestinos lo que los carniceros del Tercer Reich habían hecho con sus ancestros? Improbable. Para buena parte de la población de Israel que aplaude esta sanguinaria intervención militar en la Franja de Gaza los palestinos no son de los suyos, los palestinos han dejado de ser seres humanos, son el enemigo, todos, hombres, mujeres y niños y, por lo tanto, pueden ser exterminados. Parecido proceso de deshumanización al que fueron sometidos los judíos víctimas de la Shoa a quienes los nazis, cruel ironía, llamaban con desprecio musulmanes. Por esa razón los elegantes oficiales de las SS, los que iban vestidos con uniformes de Hugo Boss y conducían Wolkswagen, podían estar acariciando las cabezas de sus hijos arios y minutos más tarde estrellar contra un muro a un niño judío que acababa de desembarcar de los trenes de la muerte.
No nos engañemos. Buena parte de Alemania era cómplice de esa siniestra matanza o miraba hacia otro lado, o sencillamente se cubría las fosas nasales para no oler el insoportable hedor a carne quemada que brotaba de esos hornos crematorios que trabajaban a destajo. No nos engañemos. Buena parte del mundo aplaude lo que está haciendo Israel en la Franja de Gaza, cierra los ojos ante los 400 niños asesinados por esos nuevos Herodes y justifica la matanza con argumentos tan canallescos como absurdos. Hace dos días un parlamentario europeo holandés vino a decir lo que piensan muchos de los que aplauden esta masacre espantosa: que Hamás utiliza a la población como escudo humano. El argumento que utilizan últimamente los asesinos en serie uniformados de toda ralea. Cargan la culpa sobre la víctima.
No hay peor terrorismo que el que estamos viendo. Las bombas caen sin cesar hasta no dejar piedra sobre piedra. De nuevo La Biblia, el Antiguo Testamento, y ese deseo de venganza, de aplicar el ojo por ojo, diente por diente, al que es tan dado el estado de Israel y el pueblo elegido. Barbarie impune sabiendo que no van a tener ningún tribunal que les juzgue porque estamos en un mundo absurdo e injusto con doble vara de medir. Terrorismo de un ejército que no hace otra cosa que alimentar el terrorismo de los movimientos radicales islámicos que se inmolarán en los próximos años por la yihad. Quizá sea eso lo que busquen. La inestabilidad de la zona, además del negocio que toda masacre conlleva.
Y la Comunidad Internacional, esa pomposa entelequia, calla, quizá porque estamos de vacaciones y finales de julio y principios de agosto sea una buena época para cometer esta clase de crímenes. La ONU condena con su tibieza habitual la conducta de Israel. La ONU condena la destrucción de sus escuelas en la Franja de Gaza porque no le queda más remedio. Pero Israel sigue con su operación, hasta que el trabajo esté terminado, ayudado por EE.UU., del que es su avanzadilla en Oriente Medio. Israel es la base norteamericana más importante del mundo.
¿Y la llamada izquierda? ¿Dónde está? ¿Qué está haciendo? ¿Se fue también de vacaciones? Se han convocado algunas manifestaciones, pocas, a las que ha asistido menos gente. Ha habido algunas intervenciones parlamentarias discretas. Podemos, hace unos días, en el Parlamento Europeo, pidió sin éxito una condena. América Latina nos toma la delantera. Venezuela, Cuba, El Salvador y Bolivia han roto sus relaciones con Israel. Evo Morales va más allá: Israel es un estado terrorista. Brasil, Perú, Ecuador y Chile llaman a consulta a sus embajadores.
¿Qué está haciendo la izquierda en España ante esta masacre evitable? Poca cosa. ¿Por qué no se está exigiendo ya la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel? ¿Por qué no se retira el embajador español en Tel Aviv? ¿Por qué no se llama al boicot de todos los productos que lleguen de Israel? ¿Por qué no se pide a los turistas que no viajen a ese país mientras siga gobernado por delincuentes que conculcan todas las leyes del mundo civilizado? ¿Por qué no se paraliza todo el comercio con ese estado terrorista? ¿A qué están esperando para recoger millones de firmas indignadas que obliguen al gobierno a tomar una postura de clara condena hacia lo que está sucediendo?
El mundo está de vacaciones mientras Gaza llora lágrimas de sangre, una vez más, la enésima, que no será la última.
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