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Las metamorfosis kafkianas de los artistas

Por María J. Pérez , 30 noviembre, 2014

No hay que ser muy observador para darse cuenta de que las transformaciones físicas de muchos artistas no se deben únicamente al photoshop o al maquillaje. Son producto, cada vez con mayor asiduidad, de la cirugía estética o de tratamientos de rejuvenecimiento que, en algunos casos ayudan a mejorar el aspecto, pero en otros realizan un cambio tan radical que adivinar al personaje que hay detrás es un esfuerzo propio de titanes.

Resultados positivos y asombrosos son los que menos, pero haberlos los hay, y de esto puede dar buen ejemplo Elsa Pataky que se sometió hace varios años a una rinoplastia modificando su apariencia de una manera muy efectiva.

No obstante no se puede decir que todos los casos obtengan los mismos resultados, dejando al famoso de turno expuesto a todo tipo de comentarios hirientes por haber sido convertido en un auténtico esperpento. Expectativas fallidas de la panacea de la beldad que esperaban.

Y para referencia una larga lista, entre los que se incluyen Mickey Rourke, Sylvester Stallone, John Travolta, Donatella Versace, Meg Ryan o Melanie Griffith.

Que Cher y Nicole Kidman son adictas a los retoques no es nada nuevo. La cantante confesó haber pasado por el quirófano en más de 20 ocasiones y Kidman declaró ser incondicional al bótox, aunque en la actualidad haya dejado de inyectarse esta sustancia para poder dar expresión a su rostro, algo muy importante en su profesión.

Para continuar con claras muestras de lo que no se debe hacer se lleva la palma Michael Jackson.

El malogrado rey del pop se sometió a múltiples operaciones para modificar su rostro en un largo proceso donde ningún rasgo que le caracterizaba quedó en su sitio.

Desde una imperceptible nariz, a una enrarecida barbilla, cejas y boca, hasta un sorprendente blanqueo de piel.

Siguiendo con atrocidades estéticas, Jennifer Grey, la actriz protagonista de Dirty Dancing decidió operarse la nariz en los años 90 provocando tal metamorfosis que el público no podía reconocerla, lo que afectó a su profesión de forma negativa pues perdió todos los papeles para los que había sido contratada. Ella misma declaró que entró en la sala de operaciones como una estrella y salió convertida en anónima.

Recientemente la protagonista de “El diario de Bridget Jones”, Renée Zellweger, ha estado en el punto de mira por su sorprendente e irreconocible cambio de imagen pues el semblante de la británica ha perdido toda su expresión.

También los estragos de la cirugía estética han hecho mella en una de las gemelas Olsen , Mary-Kate aparecía la semana pasada en la alfombra roja de la gala World Of Children Awards con un nuevo look. La actriz acudió acompañada de su hermana Ashley de la que ya se le puede diferenciar sin ningún problema.

Viejas glorias como Kim Novak, Kirk Douglas o Liza Minelli tampoco se salvan de la quema en contraposición con aquellos artistas que han decidido envejecer con dignidad, entre las que se encuentran Meryl Streep de 64 años o Sally Field de 67, además de públicas detractoras de estas prácticas como Kate Winslet, Sigourney Weaver, Emma Thompson, Julianne Moore o Jodie Foster.

Es esa obsesión por desafiar el tiempo y los rígidos cánones que imponen la belleza en nuestra sociedad lo que se esconde principalmente detrás de estos métodos estéticos que, en ocasiones, provocan verdaderos desastres convirtiendo a sus protagonistas en ni sombra de lo que eran.

Quizás deberíamos hacer caso a Franz Kafka cuando dijo: “Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza no envejecerá nunca”.