Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis. Entrevista a su editor, Daniel Álvarez
Por Julia T. López , 22 abril, 2014
Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis, una de las novedades más interesantes que nos ofrece el panorama editorial esta primera. Entrevistamos a su editor, Daniel Álvares Prendes.
Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis, de Vasilis Vasilicós. Editorial Hoja de Lata, Gijón, 2014. 432 páginas.
Aprovechamos la celebración del Día del Libro para conversar con Daniel Álvarez Prendes, uno de los creadores de la editorial asturiana Hoja de Lata, que recientemente se ha abierto camino en el mercado de los libros con un catálogo diferente, muy interesante, que apuesta por obras de indudable calidad, inéditas o recuperadas, entre cuyos autores podemos encontrar a Xosé Luís Méndez Ferrín, Jean Malaquais, Elinore Pruitt Stewart, Pino Cacucci o D. D. Johnston. Uno de sus últimos lanzamientos, que se ha publicado precisamente para que lo disfrutemos en este mes de abril, es la novela sobre la que vamos a charlar: Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis. Su autor, el griego Vasilis Vasilicós, es internacionalmente conocido gracias, sobre todo, a su thriller político Z, que fue llevado al cine por el director Costa-Gavras en 1969. Pero, además, ha escrito casi un centenar de piezas entre novelas, relatos, poemarios y obras teatrales. Su participación en la vida política de su país lo obligó a exiliarse en 1967, a raíz del golpe militar que se alzó con el régimen de la Junta de los Coroneles. Desde 1996 hasta 2004 fue embajador de Grecia en la UNESCO.
Me gustaría iniciar esta entrevista dando la enhorabuena a Daniel y a los demás miembros de Hoja de Lata por la creación de esta editorial que promete traernos muchas alegrías, como la de invitarnos a la lectura de esta sorprendente novela de Vasilis Vasilicós, Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis.
Antes de comenzar a hablar de la obra, me gustaría que nos presentaras brevemente vuestro proyecto editorial. ¿Cuándo y cómo surge la idea de crear Hoja de Lata?
Desde que nos conocimos, mi compañera Laura y yo llevábamos dándole vueltas a la idea de lanzar una editorial de narrativa y ensayo. El hecho de tener sendos trabajos y viendo el desolador panorama económico y laboral que había y sigue habiendo en España, hizo que lo fuéramos dejando en la fresquera, que no nos atreviéramos a dar el paso. Hete aquí que el desempleo tomó la decisión por nosotros en 2011 y es así como nos convertimos en emprendedores a la fuerza.
¿Cómo se abre paso una editorial nueva e independiente, como la vuestra, en el mercado literario español, en el que existe un claro predominio de grandes grupos editoriales? ¿Cuáles han sido los principales obstáculos que habéis tenido que sortear?
Los grandes grupos editoriales juegan en otra liga, cada vez con menos equipos, por cierto, después de la última absorción de los sellos literarios del grupo Santillana. Pero al mismo tiempo, existe desde hace años el fenómeno interesantísimo de las pequeñas editoriales independientes que tienen un público propio, con gusto por las ediciones cuidadas, por los títulos sorprendentes y por las sugerencias que se puedan encontrar en su librería de confianza. Es ahí donde nosotros aspiramos a jugar.
Los obstáculos principales son el poder hacerte un hueco en los medios, conseguir que salga reseñada una de tus obras, y convencer a los libreros de las bondades de tu catálogo. En nuestro caso se añade el inconveniente de estar publicando desde la periferia del reino, desde Asturies, con lo cual el trato tanto con los medios como con los libreros de las grandes ciudades se hace más dificultoso.
Tratamos de contrarrestar ambos hándicaps con un trabajo concienzudo y con un catálogo sugerente.
¿Cómo definirías el catálogo que ofrecéis al público? ¿A qué tipo de lector va dirigido?
Va descaradamente dirigido a un lector habitual, que sabe lo que quiere leer o que se quiere dejar asesorar por su librero. A las personas que saben valorar una edición hecha con mimo y a las que no les duele gastarse su dinero en un libro de papel. Laura y yo hemos sido libreros toda nuestra vida y tenemos muy en mente, casi poniéndoles nombre y rostro, a nuestros lectores y lectoras.
¿Cómo encaja Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis en ese catálogo? ¿Por qué decidisteis publicar esta novela?
A Vasilis Vasilicós lo conocemos desde siempre por Z, pero husmeando en su obra descubrimos esta novela y nos sedujo la pasión con la que hablaba de ella. Leer la edición inglesa y decidir que la queríamos publicar fue todo uno.
La lectura de la obra, que yo calificaría de híbrido entre novela, autobiografía pseudo-biografiada y ensayo, resulta variada y muy amena pero, ¿qué le dirías a un lector de novela “tradicional”, que se ciñe más al canon de género decimonónico o al best-seller actual, si quisiera acercarse a este texto de Vasilicós?
Tenemos claro que no es una novela para todos los públicos, por tanto, no se la recomendaríamos a quienes no estén por la labor de dejarse sorprender por el ingenio de Vasilicós. A las osadas lectoras e intrépidos lectores que se atrevan con la novela les diría que se dejaran llevar, que desterraran durante 400 páginas los esquemas tradicionales de narraciones lineales y abrieran los ojos a la maravillosa y descarada forma de contar que tiene Vasilicós. Es una novela de aprendizaje, un viaje por el Mediterráneo con un guía de excepción, un repaso a la historia reciente de un país abrumado por el peso de su historia de hace dos mil años. Es una obra tan entretenida como pícara, inteligente y culta, el fruto de un espíritu joven de ochenta años.
La novela plantea un interesante juego de espejos entre escritor, narrador-biógrafo y escritor biografiado. Como editor que ha conocido al autor, ¿podrías hablarnos de hasta qué punto se identifica Vasilicós con Zrasakis y su biógrafo? ¿Cuánto hay de verdad personal en esta novela?
Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis fue una especie de exorcismo que desarrolló Vasilicós para no diluirse como griego y como escritor durante su exilio forzoso. Por tanto, tiene mucho de autobiográfico: los temores y complejos que presenta Glafcos Zrasakis son en parte los que tenía Vasilicós por aquel entonces; algunas de las escenas más dramáticas vividas por el escritor ficticio las conoció el autor real en sus carnes; las reflexiones del exiliado, que añora su patria pero que, tras años de vivir lejos de sus fronteras, se siente un extraño cuando regresa, también es algo que experimentó nuestro autor. Sin embargo, el modo que tiene Vasilicós de narrar su periplo es tan humano, tan honesto, que cualquier lector se puede sentir identificado con Zrasakis, meterse en su piel.
¿Cómo tuvo lugar el proceso de revisión y edición de Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis? Parece que esta publicación retocada por Vasilicós se ha lanzado en España antes incluso de que lo haya hecho en Grecia. ¿Cuál es la historia del manuscrito de esta novela? ¿Cómo ha llegado a convertirse en lo que Hoja de Lata presenta al público?
Tenemos la inmensa suerte de que nuestro traductor y amigo Ángel Pérez viva en Grecia. Una vez que decidimos apostar por la novela, planteamos nuestra intención a Vasilicós; se mostró entusiasmado, pero quería asegurarse de que nuestra edición fuera satisfactoria para ambas partes. Ahí es donde el papel de Ángel fue crucial: Vasilicós estaba muy insatisfecho con alguna de las ediciones de la novela que se han publicado; hay que tener en cuenta que esta obra es un work in progress que Vasilicós lleva reescribiendo desde hace cuarenta años, con partes que se han añadido y que se han eliminado. Hoy, octogenario como es, el autor ya sabe a ciencia cierta cómo quiere que sea la versión definitiva de la obra. Nos hizo un planteamiento de estructura, lo debatimos, lo consensuamos y así fue publicado, como tú bien dices, antes incluso de que salga la edición definitiva en Grecia, prevista para el año que viene.
¿Podrías hablarnos de cuáles son los temas principales que trata la novela? ¿Crees que puede resultar una pieza interesante para un lector que, además, tenga vocación de escritor?
Es una historia griega de exilio, de literatura, de viajes, de política a finales del siglo XX, un remedo de thriller ambientado en la Guerra Fría pero con un escenario mediterráneo. El lector viajará desde las tierras secas y luminosas del Egeo hasta los lagos gélidos y nebulosos de los Balcanes, de los campus de las universidades estadounidenses a las terrazas de los cafés romanos.
El personaje de Glafcos Zrasakis representa a un escritor griego, exiliado, que estuvo comprometido políticamente con la izquierda social y que, al final, muestra cierto desencanto con la propia lucha por un futuro mejor. Cito textualmente un fragmento de la obra que me parece significativo en este sentido: “La única forma de esperanza que hace a las personas seguir en la lucha es engañarse a uno mismo. En el autoengaño, explica, hay un amplio margen para el progreso consciente de la humanidad. Es como decir: pobres de nosotros si desaparecen los utopistas”. La novela, además, se halla enmarcada por la historia griega del siglo XX, desde la infancia y adolescencia de Zrasakis, entre los años treinta y cuarenta, y la madurez de sus últimos cuadernos, supuestamente redactados en los años setenta. A mí me ha llamado la atención la semejanza de las descripciones de algunos episodios de conflicto social y de la realidad cotidiana de hace cuarenta años o más (manifestaciones, espionaje, protestas, desarrollo tecnológico, homogeneización del aspecto de las ciudades por la presencia de las mismas marcas multinacionales en todas ellas…) con lo que sucede hoy en día. ¿Consideras que publicar Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis ahora, en nuestro país, con este contexto económico y el desencanto político generalizado que parece haberse apoderado de los ciudadanos, puede traer un mensaje de esperanza para el público lector, o todo lo contrario?
Hay que tener muy presente la historia reciente de Grecia para poder darle sentido a las palabras de Zrasakis: el triunfo de los partisanos antifascistas, que produjo la ilusión de que el cambio era posible, fue aplastado por la intervención de británicos y americanos, para instaurar un gobierno afín. Posteriormente, las aspiraciones de la izquierda parlamentaria
griega sucumbieron bajo los tanques del golpe militar. Son las palabras del desencanto tras haber acariciado la victoria. Pero la lectura que ha de hacerse de la novela es, a la fuerza, optimista. Vasilicós lo sigue siendo, a sus ochenta años y después de haber vivido todo en su vida, incluido ahora el auge del neofascismo en su país.
De situaciones críticas puede salir lo mejor y lo peor; colaboremos para que en esta ocasión sea la ciudadanía quien salga bien parada y no los especuladores financieros.
¿Qué influencias literarias han podido inspirar una obra como Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis, según tu percepción como lector y editor?
El propio Vasilicós lo explica en el prólogo que ha escrito para la edición en castellano. Si bien hay varios referentes en la concepción general de la obra, hay tres títulos que de manera directa condicionaron a Vasilicós a la hora de parir la novela: El doble, de Dostoyevski, el primer libro que plantea de manera internacional el problema de la identidad, La verdadera vida de Sebastian Knight, de Nabokov, y El idiota de la familia, de Sartre.
Muchas gracias por participar en esta entrevista. Os deseo toda la suerte del mundo con el proyecto editorial de Hoja de Lata y gracias también por habernos permitido disfrutar de esta lectura que, en mi opinión, tiene algo del Libro del desasosiego con pinceladas que evocan la obra de Conrad El corazón de las tinieblas. Por supuesto, esta es una apreciación estrictamente personal, pero leer Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis me ha recordado estos dos textos.
Tu criterio no te engaña: Vasilicós reconoce la influencia tanto de Pessoa como de Pirandello, además de las ya citadas de Navokov, Sartre y Dostoyevski.
Gracias de nuevo y hasta pronto.
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