Lo que está pasando y algunos no quieren ver
Por Agustín Ramírez , 7 agosto, 2014
Cuando se conocen las noticias estelares de los medios de comunicación me acuerdo del dicho aquel: “que paren el mundo que yo me bajo”. La esperanza de un mundo mejor, entendiendo por tal un mundo más justo, con la riqueza mejor repartida y los derechos humanos más respetados, no son sino las aspiraciones de una “mente enferma y que vive en un mundo irreal”, como yo, hoy y ahora.
En España nos desayunamos con noticias como que el Presidente de la Generalitat de Catalunyapide perdón por tener millones de euros en cuentas en el extranjero, por supuesto paraísos fiscales, no declarándolos a la Hacienda española; asimismo, sale a la luz la trama familiar catalana de generación de dinero negro, recordándonos los métodos utilizados más a los sistemas típicos y tópicos de las mafias, que al “seny” catalán; cosas del dinero y la avaricia.
En España descubrimos como a médicos y funcionarios se les obliga a jubilarse a los 65 años, mientras que se retrasa la edad de jubilación para los próximos pensionistas con el argumento de que cada vez es menor la proporción entre personas que trabajan y personas jubiladas; y ya, para rizar el rizo, hoy conozco que los médicos de la Comunidad de Madrid son jubilados forzosamente a los 65 años mientras que el Consejero de Sanidad de la misma Comunidad lleva camino de cumplir 71 años. Pongan ustedes el adjetivo difamatorio que prefieran.
En España descubrimos como la corrupción afecta al partido en el gobierno, como son procesados sus tres últimos tesoreros, como son procesadas hasta 45 personas relacionadas con el cobro de comisiones a cambio de concesiones ilegales de contratos.
En España descubrimos como uno de los sindicatos mayoritarios es acusado de malgastar y derrochar el dinero de subvenciones recibidas de Europa para formación de trabajadores y soluciones de empleo, concretamente en Andalucía.
En España conocemos como en la Comunidad de Madrid se ha dilapidado el dinero para la formación de trabajadores en connivencia con empresarios demasiado cercanos al gobierno de dicha comunidad.
En España conocemos como se castiga, tras 24 años de investigación a un “caballero”, y soy demasiado generoso en el calificativo, capaz de hacer aeropuertos y que nunca llegasen a funcionar; y como de tal palo tal astilla, no está de más recordar que su hija, diputada en el Congreso, espetó un claro y rotundo “que se jodan” cuando su partido, tan cristiano él, aprobó más recortes en las ayudas a los parados.
En España vemos como entra a la cárcel un ex presidente de Comunidad Autónoma y ex ministro por tráfico de influencias, lo que no paraliza el resto de procesos en los que está imputado y por los que, previsiblemente, también pueda ser condenado.
En España conocemos como el yerno del rey abdicado está procesado por sacar dinero de las arcas públicas y dedicarlo a su personal y propio uso y disfrute.
En España conocemos como el rey abdicado ha tenido la inmediata y urgente protección de la mayoría del Congreso de los Diputados para blindarle de cara a posibles reclamaciones legales; tanta urgencia no demuestra nada, pero, cuando menos, hace sospechar.
Y podríamos seguir, pero por ampliar el mundo me quedo con la noticia de que los Estados Unidos de América, en plena matanza de palestinos por parte de Israel, sigue apoyando con armas y dinero al mundo sionista mientras que con la boca pequeña pide, en voz baja, eso sí, que termine el conflicto que ellos mismos alimentan y arman. Hora es de que algunos Premios Nobel de La Paz sean retirados a beneficiarios que de merecer alguno, sería el “Premio Innoble de la Guerra”.
Y yo me pregunto, ¿todavía hay alguien que se pregunta por qué hay nuevos partidos u organizaciones políticas que están teniendo el apoyo muy significativo de la población, de manera preocupante para “la casta”? La respuesta es demasiado evidente.
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