Lope. Samarkanda Teatro. Lo clásico posmoderno
Por Francisco Collado , 14 julio, 2024
Fermín Núñez Arenas. Samarkanda Teatro
Samarkanda Teatro ha elegido para sus 30 años sobre el escenario una mistura una mistura de la obra inabarcable de Lope de Vega con una reflexión (entre humorística y pesimista) sobre la confluencia de la IA en todos los aspectos de la creación y el arte.
Fermín (Fermín Núñez) padece un trastorno que le hace creerse la reencarnación de Lope de Vega. Un personaje del que extrae notable humanidad, pleno de emociones y que sirve para dar visibilidad a situaciones con las que muchas personas se enfrentan en sus familias a diario. El corpus dramático juega integrando la moderna tecnología y su utilización por las nuevas generaciones con el verbo del áureo siglo, quizás nunca superado en ninguna época, integrándolos y reflexionando sobre la posibilidad del teatro como puente entre periodos de la historia. Meme Tabares es la madre, una creadora en crisis frente a las tendencias absurdas de la actualidad audiovisual y la “competencia” que nace de las nuevas tecnologías. El espectador vive este mundo anacrónico donde unos enormes cortinajes (Luisa Santos), constituidos por gruesos hilos, sirven para proyectar los momentos tecnológicos con inteligente utilización de las técnicas de maping. Pero también tiene un lugar para la emoción del verbo, para la magia de la palabra del “fénix de los ingenios”. Para trasladarse en un viaje donde la introspección y la humana emoción guían al viajero.
Arturo Santos
Meme Tabares.
Lope es un juego metateatral que homenajea al interprete y al autor. Un texto donde las épocas se unen gracias a la magia de la escena, que analiza los retos que el futuro puede presentar a la creación dramática. El abismo de la vanguardia tecnológica al que deben asomarse los creadores a su pesar.
Los tres actores dicen el verso con fluidez y sentido musical (algo a lo que se hace referencia en el propio texto). Y es que no es fácil declamar el verbo clásico. El sentido del tempo, el ritmo interno, las escisiones, los encabalgamientos y la musicalidad que solicita la estrofa no son campo para todos los que se suben a un escenario. El joven actor, Arturo Santos, muestra claridad y amplio juego musical en el verso declamado.
A pesar de la correcta proyección de los tres intérpretes y la claridad de su emisión, la acústica; nada favorable del teatro; produjo pérdidas sonoras en algunos instantes de los diálogos.
Las obras elegidas por la compañía para integrarlas en el corpus dramático son El perro del hortelano, Laurencia de “Fuenteovejuna”, El castigo sin venganza y el triste epílogo de El caballero de Olmedo (que de noche le mataron, al caballero…) El arte nuevo de hacer comedias está presente durante la obra, fundiéndose con el divertido y emotivo texto de Sergio Adillo. Los cortinajes permiten una hábil utilización del espacio, delante y detrás, dotando de amplia plasticidad a la propuesta, apoyándose en los acertados espacios multimedia de Nuria Prieto. Complementan la certera iluminación de Fran Cordero, que convierte los cortinajes en ventanas o en un verde sendero. La acertada dirección de Pedro López Bellot dota de dinámica esta propuesta lúdica, reflexiva y de amplia poética. El minimalismo y el “huis clos” de la puesta en escena están acorde con la magia del verbo que se pretende mostrar y con las preguntas fundamentales que plantea la escritura dramática.
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