Los Oscar del miedo
Por José Luis Muñoz , 8 marzo, 2017
Todo el mundo ha puesto el foco en el garrafal fallo que cometieron involuntariamente Bonnie and Clyde (Faye Dunaway y Warren Beatty) al premiar erróneamente el film de Damien Chazelle La la land (no lo he visto, que conste, me da muchísima pereza hacerlo) como mejor película y el bochorno del desmentido ipso facto y ver como la estatuilla iba a las manos de Moonlight (sí la he visto y es una película excelsa, la demostración de cómo el cine indie noquea al made in Hollywood).
Me hubiera gustado que Natalie Portman se hubiera llevado el Oscar a la mejor interpretación (su papel en Jackie lo merecía más que el de El cisne negro). Me siento frustrado que la extraordinaria Frantz de Françoise Ozon se haya ido de vacío, aunque seguro que El viajante de Asghar Farhadi es una muy buena película, y premiarla ha sido un zapatazo en la cara a Donald Trump, y que Comanchería y Jeff Bridges se hayan ido de vacío. Y nada que objetar al Oscar que se lleva Casey Affleck por su contenida interpretación en Manchester frente al mar. Pero he visto al mundo del cine norteamericano, que se distingue por su progresismo demócrata (en el caso de que votar demócrata conlleve ser progresista, que no), muy callado, mordiéndose la lengua, ante los desmanes de todo tipo que está cometiendo ese fabricante diario de titulares y tuitero compulsivo que es Donald Trump.
El aplauso generalizado a Meryl Streep, al que el magnate menospreció públicamente, no fue suficiente. Faltó coraje para contratar a Alec Baldwin y hacerlo subir al estrado para que hiciera una de sus impagables parodias del tipo que usa más maquillaje que su esposa modelo. Hasta el izquierdista Javier Bardem estuvo callado. Parecía el mundo de Hollywood realmente acojonado por su impresentable presidente, como si temieran que el magnate que ocupa la Casa Blanca tuviera capacidad de descolgar el teléfono y dejar sin efecto todos sus posibles contratos. Sólo, con la boca pequeña, Gael García Bernal, un mexicano que estaba allí con su película más antiTrump, Desierto, alzó la voz contra los muros, cualquier tipo de muros, no El Muro.
Vi, insisto, a la tribu de Hollywood acobardada, alzando el campamento ante lo que se les viene encima, un nuevo macartismo, y quizá alguno ya está pensando en ser un Robert Taylor, un Gary Cooper o un Elia Kazan cuando comience la nueva caza de brujas. Los héroes, en las películas.
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