Mandarinas, de Zaza Urushadze
Por José Luis Muñoz , 12 mayo, 2015
De Estonia y Georgia llega este drama minimalista con trasfondo bélico que fue seleccionada para los Óscar como la mejor película de habla no inglesa y también para los Globo de Oro. Un ejemplo de que menos es más. Un nuevo soplo de aire fresco que viene del Este de Europa.
Ivo (Lembit Ufsak) es un carpintero estonio que decide quedarse en su casa cuando en 1990 la provincia georgiana en la que vive decide declararse independiente y estalla la guerra contra la URSS en descomposición. Margus (Elmo Nüganen) es otro vecino georgiano que posterga su huida porque no quiere que se eche a perder su cosecha de mandarinas. En los alrededores de las casas de estos dos individuos solitarios tiene lugar un enfrentamiento entre mercenarios chechenos, que combaten al lado de los rusos, y georgianos independentistas. Ivo y Margus consiguen salvar a dos miembros malheridos de esos bandos enfrentados, el soldado georgiano Niko (Misha Meskhi) y el mercenario checheno Ahmed (Georgi Nakashidze) e intentan que se respeten entre ellos mientras se curan.
Mandarinas es un film sobre el absurdo de la guerra y la espantosa violencia que genera que enfrenta hombres que no se conocen y que quizá, en otras circunstancias, hasta podrían ser amigos. El viejo y sabio Ivo, al que sus huéspedes respetan en su sanatorio particular, se empeña en esa conciliación. En mi casa nadie va a matar a nadie, advierte al violento checheno que quiere acabar con la vida del malherido georgiano para vengar la muerte de su compañero.
En unos escenarios mínimos, un trozo de campo y dos modestas viviendas, las de Ivo y el introvertido cultivador de mandarinas Margus, tiene lugar esta película modélica contra la sinrazón de la guerra en la que la violencia aparece en su justa medida. El georgiano Zaza Urushadze arranca mil matices de sus actores, tanto en sus conversaciones como en sus silencios, persiguiendo la utopía de que las guerras no se produzcan. Por encima de nacionalismos, ideologías y creencias—el checheno es musulmán; el georgiano, cristiano—el director arma su discurso conciliador con una gramática simple que es su principal virtud, huyendo del subrayado dramático para centrarse en la cotidianidad de esos dos personajes outsiders, que no toman parte en el conflicto, pero que se resisten a abandonar su terruño en el que han crecido.
Mandarinas es una película bella e intensa a la que podría tachársela de una cierta ingenuidad de planteamientos, pero desde luego es muy útil en esta época de conflictos nacionales en la que los que mueven las piezas en el tablero nunca son los que mueren en las trincheras.
Los enemigos lo son porque no se conocen, argumenta Zaza Urushadze a lo largo de los 83 minutos de metraje, y por ello el viejo Ivo hace todo lo posible para que sus dos huéspedes antagónicos, que le deben la vida, se conozcan como única fórmula de terminar con el enfrentamiento.
Título original: Mandariinid
País: Georgia y Estonia
Año de producción: 2013
Género: drama bélico
Duración: 83 minutos
Director: Zaza Urishadze
Estreno en España: 30/04/2015
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